Hubo un tiempo en que películas de alto contenido sexual o violento no se pasaban por la televisión. Veníamos del franquismo y ya se sabe. Ahora no se ponen porque no hay interés ni en la televisión pública ni en la privada por programar películas que no sean de estricta actualidad o Pretty Woman, que pese a su tufo machista sigue emitiéndose y cosechando audiencias más que estimables. En fin, el público es incorregible.
Pero retrocedamos en el tiempo a 1985, cuando Pilar Miró decidió cambiar la televisión pública y surgieron prodigios como La Bola de Cristal y salieron unas chicas punkis cantando “me gusta ser una zorra” y todo parecía posible.
Fue en 1985 cuando en la primera cadena de la televisión pública se introdujo el espacio Cine de medianoche, donde se programaron peliculones como Deliverance y Arrebato y chorraditas eróticas (pero que suscitaban la curiosidad del respetable) como Si Don Juan fuese mujer (con Brigitte Bardot) o Portero de noche.
Resultó una conmoción porque, entre otras cosas, no había televisión nocturna y con Cine de medianoche se abrió ese melón los viernes y se crearon expectativas que, seguramente, luego quedarían incumplidas porque muchas de las cintas exhibidas no eran para tanto.
Impactó, por ejemplo, El imperio de los sentidos de Nagisa Oshima, con sexo extremo a la japonesa que dejó a la gente bastante turulata.
Luego también sucedió que la censura no había cesado y se quiso emitir Interior de un convento y a última hora, por presiones de los medios de derechas de este país, no llegó a salir a antena. Se emitió en su lugar Los placeres ocultos de Eloy de la Iglesia.
Tampoco se perdieron gran cosa las españolas y españoles de aquellos días.
En realidad, todavía íbamos a rebufo de un puritanismo clerical que hacía a España anhelar ver desnudos o violencia que no habían podido ser contemplados más que en peregrinaciones a Perpignan para ver películas prohibidas aquí como El último tango en París. Y luego resulta que muchas de esas películas prohibidas eran bastante malas y bastante machistas.
Pero, bueno, el Cine de Medianoche también proporcionó la oportunidad de ver parte de la excelente filmografía de Pedro Almodóvar (Laberinto de pasiones, Entre tinieblas, Matador...) y Bigas Luna (Bilbao, Caniche…).
¿Y qué más se pudo ver en Cine de medianoche? Pues Roma de Fellini, Perros de paja de Sam Peckinpah, Con el culo al aire de Carles Mira, La gran comilona de Marco Ferreri (esa también tuvo su repercusión), La vía láctea de Buñuel… Un poquito de todo. Un cine club con títulos (en algún caso) clasificado S.
(La clasificación S se le puso al porno y al erotismo al principio de la Transición, por si alguien es enojosamente joven como para saberlo).
La cosa duró hasta 1988 y ahí se acabó lo que se daba.
Y lo de trasnochar para ver películas de cierto voltaje se dejó para cuando Canal + llevó en codificado un tipo de contenido adulto bastante más crudo.
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