¿Un biopic sobre Fito Páez? Eh… bueno… sí, es una estrella del rock en español pero…. ¿tiene interés su biografía? Bueno, si a mi me lo hubieran propuesto y yo fuera el dueño de Netflix hubiera dudado y supongo que por eso no soy el dueño de Netflix, ya que (finalmente) El amor después del amor es una serie estimable, francamente entretenida y con interpretaciones fabulosas. Por encima de la media de lo que suele verse en las plataformas de streaming.
El amor después del amor es el biopic en forma de serie dedicado a Fito Páez que está en el catálogo de Netflix.
Por si no había quedado suficientemente claro.
Bien es cierto que estamos ante una biografía autorizadísima con alto grado de elogio y eso, claro, supone la inexistencia de grandes sorpresas en el relato al que asistimos (el prototípico viaje al éxito de un astro en ciernes).
Pero agrada ver lo bien que resuelve la industria argentina este tipo de productos, la delicada fotografía de la serie y, sobre todo, insistimos, el trabajo de actores y actrices.
Empezando por Iván Hochman como un joven Fito Páez absolutamente prodigioso.
Súmese a Andy Changó como Charlie García y Micaela Riera en el papel de Fabiana Cantilo.
Están estupendos.
Y también sirve esta serie para recordar (por si se nos había olvidado) lo bueno que es Fito Páez como músico.
Y eso que no sale Mariposa teknicolor, quizá mi pieza preferida del rosarino.
Pero aparecen, a cambio, otros grandes del rock argentino (por supuesto Charlie pero también Spinetta) y suenan esas melodías inconfundibles, siempre con una melancolía esencial y un aire beatle en alguno de sus ángulos.
Me gusta, además, como Argentina adora a sus ídolos. El respeto hacia sus artistas. La capacidad para hablar de algo en positivo, rindiendo la pleitesía que corresponde a quien nos hace disfrutar.
Aquí se lleva más el escupitajo a quien triunfa.
Sí, disculpen el tópico pero algo de ello hay.
Sea como sea.
El amor después del amor resulta un muy eficaz entretenimiento.
Una de esas series que ponen de buen humor.
Porque los finales felices (a veces) son posibles.
DANIEL SERRANO
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