El eterno verano de Victoria Federica

El eterno verano de Victoria Federica

Se ha convertido Victoria Federica de Marichalar y Borbón en icono de la juvenil facción monárquica que goza en los conciertos de Taburete y acude a los toros a beber whisky. En realidad, Victoria Federica resume mucho más fielmente el espíritu de la monarquía que la princesa Leonor y sus fotografías en colegios multiculturales. La hija de Elena de Borbón y Jaime de Marichalar se dedica a lo que, tradicionalmente, han hecho la prole de las familias reales desde tiempos inmemoriales: veranear todos los meses del año y salir en la portada de ¡HOLA!

Froilán comparte esa energía de aristócrata dispuesto a no dar palo al agua pero con un punto salvaje que deriva en discotecas marbellíes donde hay disparos en la alta madrugada.

Cuidado, no obstante, con que nuestro republicanismo nos ciegue y acabemos engullendo fake news como la que titulaba que Victoria Federica y su novio vivían en un “pisazo” de 5.000 euros al mes. Don Jaime de Marichalar lo desmintió y, según contaban en El Mundo, en la lujosa urbanización señalada como borbónica residencia no habían visto el pelo a la joven.

Sea como sea, Victoria Federica se ha convertido en la preferida de las publicaciones del cuore porque lo mismo acude a una corrida en Las Ventas que a algún desfile de alta costura en París o a una fiesta de alto copete para el famoseo patrio.

 

Admitamos, no obstante, que Victoria Federica posee potente carisma y una capacidad para ser libre francamente envidiable. Y eludamos juzgarla por su aspecto físico, sus looks u otras frivolidades, que si no nos gusta que lo hagan con Irene Montero tampoco es bonito que se someta a tan deleznable práctica machista a las jóvenes de la alta sociedad, por muy de derechas que sean.

Lo que nos interesa de Victoria Federica es el detalle arqueológico de su día a día, muy del barrio de Salamanca o las clases altas sevillanas, como si vivieran en una España pretérita, con puestas de largo, toreros que vienen a merendar y gin-tónic en el sopor de Sotogrande.

Mientras el mundo se prepara para un invierno apocalíptico (guerra, carestía, escasez de agua, fascismo rampante a punto de tomar el poder en Italia) hay quien, como Victoria Federica, disfruta un verano eterno.

A la vez, un barrendero muere de calor en Puente de Vallecas.

Disculpen la demagogia.

Escenas de lucha de clases en el siglo XXI.

DANIEL SERRANO

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