De una manera o de otra, a cualquiera de nosotros nos gustaría ir alguna vez en la vida a Nueva York. La ciudad de los rascacielos es un destino de película, una urbe rodeada de una atmósfera distinta, que la convierte en un lugar especial y único.
La estatua de la libertad, Times Square, el Rockefeller Center, la Quinta Avenida, el Empire State Building, Boradway, el Madison Square Garden, Wall Street, Queens, Harlem,… Son muchos los atractivos y las razones por las que conocer de primera mano la gran ciudad de los Estados Unidos, pero… ¿la visitaríamos por sus playas?
Nueva York no es Miami o Los Ángeles, no es una ciudad conocida por su playas, pero las tiene, vaya si las tiene. Allí están los 6 kilómetros de arena de la de playa de Coney Island, en la parte sur de Brooklyn, un espacio de esparcimiento genuinamente americano donde no suelen acudir los turistas. Pero más encanto si cabe tiene Rockaway Beach, en su caso, al sur de Queens, la mayor playa urbana de todo el territorio estadounidense con sus aproximadamente 3 kilómetros de longitud.
Rockaway es tranquila, mucho más que la playa de Coney Island, menos concurrida y de mayor tamaño, lo que la convierte en una buena opción para relajarse “lejos” del ajetreo y el ruido que tanto caracteriza a Nueva York.
Una playa totalmente distinta
A lo largo de esta playa apenas se atisban unos pocos edificios, algunos puestos playeros para comer y tomar algo, e incluso alguno para alojarse y bungalós de los años 60 por los que parece que el tiempo no hubiera pasado, pero nada que nos recuerde que estamos en la mismísima Nueva York. Es un lugar que parece anclado en una época pasada y donde se respira paz y buen rollo, aunque está lejos de ser una de esas playas paradisiacas con la que todos soñamos.
Es un rincón muy querido por los hipsters neoyorquinos, su particular destino de verano, donde, además de la arena y el mar (bastante frío del Atlántico, por cierto), también pueden encontrar espacios donde disfrutar de la comida, cócteles y de buena música.
Como recuerdan en Condé Nast Traveler, el paso del huracán Sandy en 2012 hizo estragos en ella, pero, a partir de entonces, se llevó a cabo un importante trabajo de renovación -tanto de la playa como del paseo marítimo-, en gran parte de la mano de una campaña puesta en marcha por los vecinos del barrio, entre los que se encuentran algunos ilustres personajes como la cantante Patti Smith.
No sabemos si la buena de Patti ha cantado sobre ella, aunque los que sí lo hicieron fueron los Ramones en su canción de 1977 llamada precisamente así, Rockaway Beach… y en la que decían eso de “…We can hitch a ride to Rockaway Beach)…”.
Y es una playa que también gusta mucho a los surfistas, que suelen encontrarse por la zona que se encuentra a la altura de la 90th street. Lo es porque las olas del Atlántico invitan a los seguidores de este deporte a subirse a su tabla y disfrutar sin medida de ellas.
¿Cómo llegar a Rockaway Beach?
Llegar hasta este pequeño paraíso playero es bastante sencillo. De hecho, se puede llegar en metro desde el centro de la ciudad hasta la parada de Rockaway Park – Beach 116th Street (en la línea Rockawey) en un viaje que nos llevará aproximadamente una hora y que nos dejará en en intersección de la Calle 116 Beach y Rockaway Park (Queens). Igualmente desde el aeropuerto JFK, que está a una media hora aproximadamente.
Tiene además conexiones de bus con las líneas Q21, Q22 y Q35; la Q53 (con paradas limitadas) y la QM16, un bus express que llevar directamente hasta Manhattan.
Hoy, Rockaway poco o nada tiene que ver con aquel pequeño pueblo que puede verse muy bien retratado en la película Radio Days (1987), de Woody Allen, convertido en una parte más de Queens y de la ciudad de Nueva York, pero sigue manteniendo sus particulares encantos, como es precisamente su playa…
Una playa distinta en un lugar distinto a los que estamos acostumbrados para bañarnos o tomar el sol en verano. Un destino playero diferente. Porque Nueva York es mucho más que rascacielos… ¿o no?
ANTONIO SÁNCHEZ
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