El verano de 1985 fue, sin lugar a dudas para Robert Zemeckis y su película sobre viajes por el tiempo a bordo de un Delorean. Tanto, que ni siquiera Rambo y Rocky Balboa en comandita pudieron con él. Ese verano se estrenaban Regreso al futuro, Rambo: Acorralado Parte 2 y Rocky IV, pero fue la primera quien se llevó el gato al agua y eso que las otras dos ya formaban parte de una saga asentada con sus fans acérrimos.
Pero la cosa pudo no haber ido todo lo bien que lo recordamos, sobre todo por la falta de confianza de los diferentes estudios en unos desconocidos Robert Zemeckis y Bob Gale, autores del libreto original.
Con su guion bajo el brazo se presentaron en Columbia, que decidieron no arriesgarse a pesar de que la idea les gustase. Así se fueron a Disney que se llevaron las manos a la cabeza ante la idea de que la versión adolescente de la madre de Marty McFly se enamorase de su propio hijo cuando se suponía que todavía no había nacido. Ahora Disney se está modernizando, pero hasta hace poco no se caracterizaban por arriesgarse en exceso.
Cambios en la idea original
Finalmente, fue Universal quien se atrevió con el proyecto, pero no sin antes poner sus propias condiciones. La primera, que los guionistas se bajasen de la liana y le otorgasen a Doc un perro de mascota, nada de un mono. Iban a innovar, pero tampoco había que pasarse.
La segunda, y muy acertada, fue cambiar la máquina que llevaría a Marty al pasado y luego de vuelta al futuro (que en realidad era el presente, aunque fuera el futuro del pasado al que viaja y…. bueno, da igual). En el libreto original, los Bob habían imaginado un viaje en frigorífico pero finalmente se decantaron por el Delorean con puertas de apertura vertical. Mucho más glamouroso, donde va a parar.
Otro cambio fue la forma en la que Doc devolvía a Marty al futuro. Inicialmente, la energía necesaria para poner en marcha en condensador de Fluzo la recibían de una de las explosiones nucleares que se llevaban a cabo en el desierto tras la Segunda Guerra Mundial, aunque finalmente fue un rayo el encargado de poner toda la maquinaria en funcionamiento.
Y finalmente, el afortunado cambio que, de no haberse realizado, hubiese cambiado del todo nuestra idea de esta película, fue el del actor principal. Y es que Michael J. Fox no fue la primera elección de Zemeckis, que había elegido a un jovencísimo Eric Stoltz.
Pero después de rodar dos secuencias completas, el director se dio cuenta de que no encajaba con la idea del Marty que rondaba por su cabeza, porque no conseguía transmitir el humor necesario. De este modo fue como J. Fox se convirtió en McFly, el papel que le dio el espaldarazo definitivo a una carrera que se vio truncada demasiado pronto debido al Parkinson.
Un cúmulo de maravillosas casualidades que convirtieron a Regreso al Futuro en una gran película veraniega apta para ver en cualquier época del año (y que ha envejecido muy bien).
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