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Leelee Sobieski, la estrella de Hollywood que se reinventó como pintora

El año 1998 fue el de los meteoritos destrozaplanetas. Dos películas estrenadas casi simultáneamente, nos trasladaban a un escenario en el que una de estas kilométricas piedras espaciales podrían impactar contra la Tierra acabando con todo rastro de vida. Armageddon fue una de ellas y Deep Impact, la otra.

En este segundo filme fue donde conocíamos a Leelee Sobieski, una dulce chica de 15 años que recorría kilómetros y kilómetros junto a Elijah Wood para salvarse de una destrucción inminente.

El éxito pudo haberle llegado cuatro años antes, ya que el cazatalentos que la descubrió en una cafetería la llevó a pujar por el papel de Claudia en Entrevista con el vampiro, pero finalmente fue Kristen Dunst quien se llevó el gato al agua. Pero este bache no desanimó a Sobieski, quien se prodigó por películas para la televisión y otros papeles menores antes de triunfar junto a Frodo.

Tras conseguir el éxito, Leelee se empeñó en mantenerlo con papeles como el de la película La hija de un soldado nunca llora, que le valió una nominación al Young Artist Award, así como una nominación de la Asociación de Críticos de Cine de Chicago. Un año más tarde volvería al cine puramente comercial, apareciendo en la comedia Nunca me han besado, protagonizada por Drew Barrymore, además de trabajar con grandes como Kubrick en la polémica Eyes Wide Shut en 1999.

Luego vendría la película para televisión Juana de Arco, que le valió dos nominaciones, una Emmy y otra al Globo de Oro. Pero no contenta con eso, consiguió una segunda nominación para un Globo de Oro por su interpretación de Tosia Altman, en la también película para televisión, Rebelión en Polonia.

Durante la primera década del nuevo siglo continuó trabajando incansable en películas como Nunca juegues con extraños, junto a Paul Walker; L’Idole, donde compartió cartel con John Cusack; o el thriller 88 minutos coprotagonizada por Al Pacino y Alicia Witt.

Mencionemos también el inquietante, perturbador y eficaz thriller titulado La casa de cristal, que en 2001 tuvo cierta repercusión.

Pero de repente, en 2012, rompió con todo y desapareció. ¿Por qué?

Por qué abandonó Hollywood

Mientras continuaba trabajando sin plantearse mucho más, su vida continuaba adelante, casándose con el diseñador de moda Adam Kimmel y teniendo dos hijos, Louisiana Ray, en 2009, y Martin, en 2014. Lo que no conocían sus fans, era que su pasión no era la actuación, sino la pintura. Esta falta de motivación, unida a que cada vez le gustaba menos la falsedad hollywoodiense, le llevó a dar el paso para alejarse de los focos.

En 2012 explicó a Vogue que no quería seguir haciendo escenas románticas porque “el 90% de personajes requieren muchas escenas subidas de tono con otras personas y no quiero hacerlo“. Pero no era sólo eso. Parece que el triunfo a una edad tan temprana le pasó factura, como confesó en 2018 a AnOther, asegurándo que sentía mucha presión al ser la encargada de pagar el alquiler de sus padres desde los 15 años.

“Las cosas se complicaron para mí… Así que cuando pude, lo dejé. Es una industria un poco asquerosa, todas lo son cuando las examinas, pero en la actuación vendes tu apariencia demasiado. Lloraba cada vez que tenía que besar a alguien, no lo soportaba. ¿Por qué estaba mi beso en venta? Me hacía sentir muy barata”, dijo en esa ocasión. “No quiero que mis hijos miren Netflix y me vean en la pantalla en los brazos de alguien que no es su padre”, añadía.

El arte, su verdadera vocación

Se tomó unos años de parón para reflexionar sobre su futuro, pero en 2016, desde su estudio en el Upper East Side de Nueva York, la otrora actriz ser dedica a su verdadera pasión, el arte.

Y es que mientras rodaba películas y se paseaba por alfombras rojas, Leelee siempre había estado pintando en su camerino a espaldas de la industria, cubriendo el suelo de sus camerinos con plástico para poder pintar en los descansos. “Pintar siempre fue mi meta”, confesaba a ArtNet en 2018.

Y no le va nada mal, ya que, bajo el nombre artístico Leelee Kimmel, suele exhibir sus trabajos en galerías de Nueva York e incluso París, Shanghai y Corea del Sur y, según la web especializada Invaluable, se subastan por cerca de 80.000 dólares.

En mis pinturas hay mucho sobre la energía y las vibraciones y el mundo entero está conectado”, explicó Kimmel, que suele realizar obras de grandes dimensiones en las que lo abstracto, los colores fuertes y la pureza se entremezclan en busca de la armonía.

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