Born to be wild! sonaba como una vibración lisérgica con olor a gasolina y carretera y era 1969 y aceleraba en su motocicleta Peter Fonda con barras y estrellas adornado su casco. El hijo del viejo Henry y hermano de Hanoi Jane se convirtió con Easy Rider en icono de la contracultura. Hollywood se rindió a sus pies, había nacido una estrella y en las colinas no había fiesta en la que Peter y su buen amigo Dennis Hopper no aromaran de marihuana la madrugada.
Fueron buenos tiempos y, según escribe Tarantino en Meditaciones de cine, Peter Fonda y Dennis Hopper paseaban su arrogancia por las mansiones con azulísimas piscinas afirmando que John Ford había muerto, que el cine tenía que ser Easy Rider o Godard. En aquellos días la revolución parecía una posibilidad real.
La fiesta, sin embargo, no duró para siempre.
Mataron a Sharon Tate en Cielo Drive y los hijos de las flores se batieron en retirada. Comenzó otro tiempo. Peter Fonda rodó junto a su amigo Dennis Hooper, ya en 1971, The Last Movie, extraño artefacto manufacturado en Perú que fue un fracaso sin paliativos. Godard ya no estaba de moda y Peter Fonda comenzó a aceptar thrillers de serie B y juraría (caramba) que hay una especie de explotaition a medio camino entre Perros de paja y Deliverance rodada en el madrileño pantano de San Juan en la que él es quien empuña el rifle protagonista.
Como actor de masas le recordamos en Mundo futuro al lado de Yul Brinner (fantasía puramente 70’s que dio origen a la serie Westworld) y en Los locos de Cannonball cuyo reparto interminable le incluye junto a Burt Reynolds, Dean Martin o Jackie Chan.
También dirigió tres películas: The Hired Hand (1972), Idaho Transfer (1973) y Wanda Nevada (1979). Ninguna tuvo éxito.
Se convirtió en un espectro de la contracultura, un heredero de la aristocracia de Hollywood extraviado para siempre en los felices 60, cuando la era de Acuario iba a imponer la paz y el amor por encima de las violentas bayonetas capitalistas.
Su hermana Jane sí supo adaptarse a los nuevos tiempos y lanzó lecciones de aerobic en VHS pero Peter Fonda no quiso jamás renunciar a su filosofía de hippy irreductible.
No en vano, una conversación suya con John Lennon durante un subidón de LSD inspiró toda una canción de The Beatles: She Said She Said.
Le vimos en El tren de las 3.10 (2007) fabuloso remake de un western clásico actualizado en los rostros de Christian Bale y Rusell Crowe.
El niño nacido en el corazón del viejo Hollywood se hacía viejo.
Peter Fonda murió por un cáncer de pulmón en 2019 a los 79 años. Según el obituario que le dedicaron en The New York Times cuando falleció, siempre el actor siempre se mostró satisfecho del modo en que había vivido. Y eso es mucho decir. Hubo otras estrellas que brillaron más. Pero nadie encarna como él los días felices en que parecía próximo el advenimiento de una nueva era de paz y amor.
DANIEL SERRANO
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