La ciudad portuguesa de Nazaré es un lugar donde encontrar la paz, la tranquilidad y el relax pero también, si queremos, las más fuertes emociones. Eso, según el punto desde el que se mire o, más bien, dependiendo la playa que se elija.
Y es que está pequeña villa costera situada en en el centro de Portugal de apenas 15.000 habitantes cuenta con dos playas muy dispares con un denominador común: están bañadas por el océano Atlántico, que muestra allí, a partes iguales, su belleza y su inmensidad y máximo nivel de fiereza.
A los pies del casco urbano se encuentra la playa de Nazaré, un larguísimo y profundo arenal con una característica forma de media luna en la que disfrutar de la brisa marina y de las bellas vistas que ofrece la villa y donde se pueden encontrar casetas de playa de diferentes colores, vendedores de pescado seco y naturaleza, pura naturaleza.
El contrapunto lo pone la Praia do Norte, paraíso de arena salvaje sin vigilancia, desde donde se puede observar entre admiración y pequeñas dosis de miedo algunas de las olas más grandes e impresionantes del mundo. Auténticas “olas asesinas” que pueden llegar a alcanzar los 30 metros de altura en los meses de invierno.
El mar allí está tan agitado que el baño es algo prácticamente prohibido si no queremos tener el peor final posible, pero, sin embargo, es uno de los grandes destinos para los amantes del surf. Quizás de los más valientes, que pueden buscar allí domar bajo su tabla esas olas que parecen imposibles.
No en vano, en la Praia do Norte se registró el récord de la ola más grandes jamás surfeada. Un hito que quedó plasmado en el Guinness World Record en 2002 y que tuvo como protagonista al alemán Sebastian Steudtner, que logró surfear sobre una monstruosa mole de agua de 26,21 metros de altura.
Una muestra clara de la dimensión que alcanza y que, desde otro punto de vista lo convierte en un lugar terriblemente peligroso, como demuestra el suceso que tuvo lugar 10 años antes, en 2012, cuando una ola acabó con la vida de una niña y su abuelo en la vecina playa de Salgado.
La razón de que se produzcan allí estas olas tan increíbles la tiene el cañón submarino de Nazaré, el mayor de Europa con una extensión de 230 kilómetros y 5.000 metros de profundidad. Y precisamente esa profundidad con la que cuenta, sumado a su cercanía a la costa da lugar a esas enormes olas a causa de lo que se conoce como “interferencia constructiva” y que afecta a las olas que van a desembocar en la playa.
Los más valientes pueden agarrar su tabla y echarse al mar a luchar contra sus olas asesinas, pero para los que no quieran poner en peligro su vida, la mejor opción puede ser observar el espectáculo que ofrecen desde el Forte de São Miguel Arcanjo, situado a 110 metros en lo alto de un promontorio rocoso que separa una playa de la otra.
Está esa opción o observarlo desde los miradores de Pederneira y Suberco, o bien, desde el ‘Sítio’ de Nazaré’, el lugar más alto de la villa a donde se puede acceder a través de un funicular.
¿Qué otras cosas ver en nuestra visita a Nazaré?
Nazaré no solo son sus playas, aunque sean su principal reclamo. También lo son otras cercanas tan espectaculares o más que estas. Porque Nazaré, como villa, es un reclamo en sí mismo.
Es un buen ejemplo de pueblo costero y pesquero portugués, pintoresco, con calles empedradas y casas tradicionales de pescadores que aún se conservar tal y como eran -aunque muchas convertidas en alojamientos turísticos-, donde destacan rincones como el santuario de Nuestra Señora de Nazaré -situada en el ‘Sítio’ de Nazaré’- o su plaza de toros, por poner algunos ejemplos.
En cuanto a sus alrededores, bien merecen una visita otros pequeños pueblos cercanos, como São Martinho do Porto, otro pintoresco pueblo de pescadores a 13 km de distancia; monasterios como los de Batalha y Alcobaça; la gruta de Forno de Orca u otras playas, como la ya mencionada de Salgado, la de São Martinho do Porto o, sobre todo Vale Furado, una gran playa custodiada por enormes acantilados arcillosos de tonos amarillo y rojizo con un acceso no muy accesible y sin vigilancia que convierte a este pequeño paraíso junto al Atlántico en un espacio casi salvaje y bello a partes iguales. Un rincón muy apreciado por los aficionados a la pesca y donde se respira aún más tranquilidad si cabe.
Nazaré es un destino diferente, donde disfrutar de unas vacaciones de paz, conociendo bellos y tranquilos rincones junto al mar y donde poder ver también de cerca la cara más salvaje del océano. Una experiencia que corta la respiración…
ANTONIO SÁNCHEZ
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