Postales de veranos pretéritos / Pocholo o cuando la fiesta es tu oficina

Fue un icono en las noches de Tómbola, prehistoria televisiva del grand guignol que luego sería la parrilla televisiva entera, y su melena a merced de todo aspaviento animaba el cotarro cuando Jesús Mariñas (que en paz descanse) descansaba de sus invectivas. Pocholo era un oficinista de la fiesta, un juerguista perpetuo y, por ello, siempre vivía en verano. Aunque le fotografiaran en el mes de diciembre, transmitía una impronta calorífica absolutamente estival.

José María Martínez Bordiú y Bassó, niño bien de familia con raíces franquistas que decidió hacer de Ibiza su única patria, nacido el 2 de octubre de 12962 y actual barón de Gotor.

Nadie ha exhibido tanta jeta y desparpajo antes las cámaras como Pocholo y mira que después ha tenido émulos de altura (o bajura). Pero él posee un carisma especial. Sólo que ha de administrarse en dosis muy pequeñas, como con los chupitos de tequila. Uno o dos, jaja jiji, a partir del tercero se inicia un descenso a los infiernos sin límite. Cuando Pocholo salía en la tele mucho rato te acababa doliendo la cabeza.

En fin, pero esta es la sección a donde llevan postales del pasado, ese país extranjero que visitamos cuando éramos otras personas, y allí estuvo Pocholo, como en la foto de arriba, mojito en la mano, melena al viento, entregado al esparcimiento nocturno.

Más tarde ha seguido igual pero con menos presencia mediática.

Un eterno veraneante de la vida, que estuvo en la cárcel en Uruguay, cuando pinchaba en una discoteca de Punta del Este, por asuntos menores de posesión de narcóticos, que las autoridades locales se tomaron a la tremenda.

Fue en la época en la que Pocholo se casó con Sonsoles Suárez, hija del presidente de la Transición cuyo nombre ostenta hoy el aeropuerto de Madrid.

Pero lo Sonsoles Suárez y lo de Uruguay son asuntos de los 80 y principios de los 90, y quedaron muy atrás.

Pocholo continúo con su vida de DJ y persona célebre, siguió haciendo lo que daba la real gana y hasta hoy.

Y que siga el verano.

DANIEL SERRANO