Vamos con un clásico estival. Y, sí, ya sabemos que las versiones industriales del gazpacho están deliciosas pero (caramba) no cuesta nada elaborar nuestra propia sopa fría veraniega, con la cantidad justa de ajo o en ausencia de este elemento culinario que, ejem, no es del gusto de toda la gente.
A ello.
¿Cómo hacer un gazpacho de forma sencilla y que esté verdaderamente rico?
Lo primero que debes saber es que no hay una receta única. Cada maestrillo tiene su librillo y lo que en mi casa se considera delicioso, en la tuya puede ser un sacrilegio. Dejándonos de puritanismos (¿tortilla de patata con o sin cebolla?), nuestra receta quizá no es la más tradicional, pero puedo aseguraros que está, en dos palabras, IM-PRESIONANTE.
Para empezar tienes que hacerte con los ingredientes. Como con todo, cuanto más buenos estén los productos, mejor estará el gazpacho. No es lo mismo hacerlo con tomates de ensalada de un supermercado madrileño (puro plástico, la mayoría), que hacerlo con tomates de la huerta, que alimentan con sólo mirarlos. Pero claro, las limitaciones son las que son, y si no tienes una huerta a mano, buenos son los tomates del supermercado. Eso sí, ya que no puedes hacer milagros, al menos escoge los más maduros, que estén rojos y blanditos, los que jamás utilizarías para una ensalada (pero sin que estén podridos, claro).
¡Vamos a ello!
Ingredientes:
– 2 kilos de tomates maduros (los de pera están muy bien para el gazpacho).
– 1 pepino (normal, ni muy grande ni muy pequeño)
– 1 zanahoria (sí, zanahoria, ¿qué pasa?)
– 1 diente de ajo (si no tienes paladar, puedes eliminarlo de la receta)
– 1/2 pimiento rojo (de los grandes, no del piquillo)
– Sal, aceite y vinagre.
Preparación:
1. Lava los tomates, córtale el pedúnculo (¿a que no sabías que se llamaba así?-nosotros tampoco-), córtalos en cuartos y ponlos en un bowl grande.
2. Pela la zanahoria, el pepino y el diente de ajo. Lava el pimiento rojo y añádelo todo cortado al mismo bowl.
3. Ahora viene lo típico de todas las recetas. Añade sal, aceite y vinagre al gusto. Y si eres novato dirás, ¿pero eso cuánto es? ¿se acerca más a medio litro o a un chorrito pequeño? Pues ni una cosa ni la otra. Ponle una porción generosa de sal y un chorro grande de aceite, tienes que estar vertiendo aceite encima de las verduras durante (pongamos) 3 segundos. Vinagre menos, no te pases, sólo 1 segundo.
4. Bate toda la preparación con una batidora potente hasta que no quede ni un sólo trozo.
5. Ahora viene lo más pesado, pero lo sentimos, es mejor no saltarte este paso, ya que es lo que le da el toque a esta receta de gazpacho. Al no quitarle la piel ni las pepitas al tomate, el gazpacho ha absorbido todo su sabor, pero si no las eliminásemos quedaría demasiado basto. Por eso debes pasarlo por un pasapuré con el grano muy fino o por un colador con mucho tiempo y paciencia hasta que quede con una textura muy líquida.
6. Rectifica de sal, aceite y/o vinagre a tu elección. Por eso casi es mejor quedarte corto en el paso 3, porque luego siempre puedes poner un poco más al final. Si te pasas en el 3, ya no hay nada que hacer.
Hay tantas recetas como personas. Los hay que utilizan cebolla (la mayoría), otros pimiento verde, hay quien no le pone pepino porque le repite… ¡Échale imaginación! Los más estrictos te dirán que no le pongas zanahoria, pero esta verdura lo que consigue es restarle acidez al tomate al contener azúcar intrínseco (que no azúcar libre, el que se encuentra en los procesados y desaconsejan los nutricionistas).
¡Se nos olvidaba! Si te gusta, también puedes picar un poco de tomate, pimiento rojo e incluso cebolla y ponerlo por encima. Y sobre todo, algo muy importante. Cuando termines tu gazpacho, mételo en la nevera en un recipiente cerrado y deja que se enfríe antes de consumirlo. Está tan rico, que querrás repetir una y otra vez. Prometido.
SARA FLAMENCO
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