Si Blake Lively no se halla a salvo, ¿qué mujer lo está?

Que una estrella de Hollywood como Blake Lively sufra abusos y acoso sexual en su lugar de trabajo dice mucho de las todavía frágiles condiciones de seguridad en que muchas mujeres tienen que desarrollar su labor cotidiana. Al principio, lo confesamos, el embrollo de Blake Lively vs Justin Baldoni nos resultaba confuso, entre otras cosas porque las acusaciones de acoso de la actriz venían precedidas por una monstruosa campaña de desprestigio en redes y medios afines por parte del equipo del actor y director denunciado.

Pero todo es bastante simple. En una extensa crónica publicada en The New York Times sobre este asunto, un párrafo nos resume el infierno que la actriz tuvo que atravesar durante el rodaje de Romper el círculo: “(Blake Lively) afirmó que Baldoni (actor protagonista y director de la película) había improvisado besos no deseados y había hablado de su vida sexual, incluidos encuentros en los que, según dijo, podría no haber recibido consentimiento. Heath (productor de la cinta) le había enseñado un video de su esposa desnuda, dijo, y había observado a Lively en su remolque cuando estaba topless y la estaban desmaquillando, a pesar de que ella le pidió que apartara la mirada. Dijo que ambos hombres entraron repetidamente en su remolque de maquillaje sin invitación mientras ella estaba desnuda, incluso cuando estaba amamantando”.

Cuando Justin Baldoni sospechó que Blake Lively estaba dispuesta a alzar la voz y desvelar los abusos sufridos, una agencia especializada puso en marcha una campaña brutal que presentaba a la actriz como una idiota sin empatía alguna hacia las agresiones a mujeres, una estrella frívola sólo preocupada por su imagen. Fragmentos descontextualizados de entrevistas difundidos por redes sociales, bombardeos de cuentas anónimas en Twitter y otros elementos de una nueva forma de guerra sucia para quebrar reputaciones se había puesto en marcha.

¿Cuál es la verdad en el torbellino de las redes sociales donde todo se mezcla (opinión e información, bulos y datos)? El buen periodismo sigue siendo la respuesta. Puede equivocarse pero, si hablamos de prensa verdadera, nunca lanzará mentiras a sabiendas. Otro asunto es cuánta prensa verdadera queda en circulación.

Pero estamos hablando de Blake Lively. Y de lo que significa que una estrella tenga que soportar comportamientos absolutamente inaceptables por parte de hombres de su entorno. Rica y triunfadora, podríamos suponer que con ella no se atreverían. Pero, según su testimonio, sí lo hicieron. Ella denunció y ahora la batalla continúa. Y en los medios estadounidenses, además del obvio mensaje de que el machismo despiadado sigue ahí, muy presente, se discute cómo evitar que los mercenarios digitales destruyan (o construyan) reputaciones.

Lo evidente es que nadie, ni una estrella de Hollywood ni ningún otro tipo de trabajadora, tiene por qué sufrir desvalimiento en el desarrollo de sus funciones cotidianas. Así de fácil. Se trata del derecho a un entorno laboral seguro. Seas Blake Lively o una empleada de oficina sin un nombre famoso.