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Taylor Swift y el nuevo Bernabéu como experimento de ingeniería social

Somos adeptos de una nueva religión del evento masivo en lo que podríamos denominar era de las multitudes. Así que resulta absolutamente imprescindible ir al nuevo Bernabéu a ver a Taylor Swift y mearse encima si es preciso. Lo digo porque tengo el testimonio fidedigno de alguien que acudió a un concierto en el sagrado templo madridista recién reformado y tuvo que aguantarse cinco horas sin orinar ante el colapso de los baños. Cuando escuché tan dramático testimonio comencé a sospechar que, en realidad, lo del nuevo Santiago Bernabéu es un experimento de ingeniería social a gran escala, una investigación sobre hasta qué punto puede llegar la sumisión de masas. Inclúyase en dicha indagación distópica el sufrimiento vecinal por los altísimos decibelios de un estadio que, en principio, cuenta con los últimos avances tecnológicos entre los cuales no se incluye la insonorización.

Todo forma parte de la cultura de masas entendida exclusivamente como negocio millonario y de ahí que lo importante sea inculcar en la gente esa necesidad imperiosa de ir allí donde se le mande. ¿Cómo vas a perderte el concierto de Taylor Swift? Aunque, como ironizase Neil Tennant de Pet Shop Boys, Taylor Swift sea una artista de éxito global de la que nadie recuerda una sola canción: “¿Dónde está su Billie Jean?”. Eh, eh, un momentito, replicará alguien, de Taylor Swift es famosa esa que dice Shake It Off. Bien, vale.

Conste en acta que escuchar, por ejemplo, The Tortured Poets Department, última creación de Taylor Swift, resulta un estimulante placer aunque, cierto es, resulte casi imposible reconocer un hit claro entre las ¡31! canciones que componen el álbum. El volumen (canciones y más canciones que desaguar en Spotify) es otro signo de los tiempos en la industria musical.

El caso es que las autoridades municipales y autonómicas ponen la alfombra roja a Taylor Swift y sus trailers atravesando el mismísimo centro de Madrid igual que se prestan a lustrar las botas a cada fortuna extranjera que acuda a la capital de España, sean los venezolanos que se están quedando con el barrio de Salamanca o el turismo que se hace fotos con los peluches gigantes de la Puerta del Sol (ese Super Mario Bros vestido del Real Madrid).

Todo se conjura para que asumamos nuestro papel de consumidores de cada gran evento que la gran máquina decida imprescindible. La ansiedad del hype. El pánico a no estar a la última. Los señores feudales de las grandes tecnológicas (tal y como los ha calificado Varoufakis) te van a convencer.

Queda un resquicio para la espontaneidad pero da la impresión de que cada vez es más difícil. ¿Cuál la última iniciativa cultural que surgió desde abajo? ¿Dónde encontrar un festival de música que no sea un chiringuito impulsado por emprendedores que lo mismo apuestan a los conciertos que al restaurante canallita con DJ en Ponzano? ¿Por qué se venden tantísimos libros de mierda? ¿Alguien va a decir de una vez lo rematadamente malas que son la mayoría de las series que se venden como magistrales?

Hay algo orwelliano en las masas que son conducidas a grandes estadios para ser hipnotizadas por un espectáculo tan grandioso como vacuo.

Y del precio de las entradas ni hablamos. Un disparate y territorio para la especulación pero es el capitalismo, amigo, y ya te explican los jóvenes youtubers desde su exilio fiscal en Andorra que pagar a Hacienda es un robo pero que te casquen 200 euros por una entrada para ver a Taylor Swift (según el diario As -que habla incluso de entradas VIP a 500 lereles-) hay que asumirlo con serenidad.

El apocalipsis se acerca y nos pillará haciendo cola en un concierto de Taylor Swift.

(PD 1: Atención, este artículo puede impugnarse llamando viejo y desactualizado a su autor, quien jamás llegó a apreciar las bondades de Second Life ni de las gafas 3D para ver Avatar, cuando todo el mundo sabe que ambos conceptos eran el futuro).

(PD 2: Enhorabuena a Oscar Puente, que sí que está totalmente actualizado y lejos de la senectud como bien demostró disfrutando del palco del Bernabéu con Taylor Swift).

DANIEL SERRANO

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