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He ido a ver ‘Wonka’ y aún sigo sonriendo (y con ganas de chocolate)

La primera vez que vi a Timothée Chalamet fue en Homeland y su personaje me resultó repugnante. Desde entonces, le he visto en muchos papeles pero ese regusto amargo seguía presente. Hasta ahora.

Este fin de semana he ido a ver Wonkaa pesar de Timothée Chalamet, y me he encontrado con una de las mejores películas de 2023. Una de esas películas que te sacan una sonrisa que dura días con una fórmula sencilla basada en el buenismo de su protagonista.

El Willy Wonka de Johnny Depp era tan Roald Dahl que empalagaba más que su río de chocolate. Ahí Paul King, director del asunto, ha estado muy listo. Ha cambiado lo histriónico por lo paternal, lo excesivo por lo tierno y la locura por la ensoñación. El resultado ha sido una historia familiar, colorida, divertida y entretenida, capaz de hacer pasar volando sus dos horas de duración.

Obviamente, para que todo funcione, el papel de Timothée Chalamet es fundamental. No es que cante bien. De bailar casi ni hablamos, pero tiene el punto ideal de inocencia e ilusión que necesita el personaje. Sus guiños, sus muecas, su natural gestualidad le dan un toque tan humano que el público empatiza con él desde el principio. Y si no lo hace al principio, no tarda en hacerlo cuando acoge a Noodles (Calah Lane) como su protegida durante toda la trama. El truco de hacerse amigo de la huérfana siempre funciona.

Pero más allá del carisma que desborda Chalamet en la película, está la película en sí. Todo encaja. Los momentos musicales no empachan, están bien colados en la trama y entran de maravilla. El universo Wonka es tan colorido que invita a vivir en él y no hablemos de los bombones que crea el protagonista. Más de un espectador ha sido evacuado del cine por lamer la pantalla.

Por si fuera poco, la historia funciona. La precuela de Wonka, la que cuenta el origen del chocolatero, funciona como un reloj. Y lo hace gracias a los múltiples elementos corales que la componen. Una Olivia Colman convertida en una explotadora que regenta un hostal. Un Rowan Atkinson convertido en obispo adicto al chocolate. Tres empresarios malvados y caricaturescos que bien podrían ser villanos de One Piece. Y un Keegan Michael-Key como brazo corrupto de la ley, a quien pagan sobornos en chocolate.

Obviamente, no nos olvidamos de Hugh Grant, que no Jackman, como Oompa Loompa. Ver al refinado actor inglés con piel naranja, cejas blancas y pelo verde es catárquico. Sus escasas apariciones son majestuosas e, incluso midiendo medio metro, derrocha elegancia y se come la pantalla, además del chocolate. Todo un acierto, por mucho que no le gustara la experiencia.

Dicho lo cual, y ante unas Navidades que se avecinan largas y complicadas sin colegio, si buscas un plan familiar para una tarde tontaWonka es la solución que buscabas. Eso sí, lleva chocolate para cuando termine la película, vas a salir con más mono que Ramón de Pitis.

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