El verano es una estación propicia para los (re)descubrimientos. Quizás usted no haya leído a Chimamanda Ngozi Adichie (la mujer que sonríe en la foto superior) y debería hacerlo. Americanah, publicada en 2013, es un clásico instantáneo que combina lo ameno con una profundidad conmovedora.
Una historia de amor entre dos jóvenes nigerianos a quienes separa la emigración. Ella marcha a Estados Unidos y allí aprende a ser una estadounidense aunque, realmente, nunca lo será del todo, igual que a su vuelta puede ser considerada una ‘americanah’, alguien que quedó en territorio de nadie, entre dos mundos.
Americanah habla del racismo institucionalizado y de cómo ser mujer (africana) y no morir en el intento y de las vicisitudes de la existencia, de los muchos caminos que nuestro destino nos señala.
Podemos leer en Americanha: “Queridos negros no estadounidenses, cuando tomáis la decisión de venir a Estados Unidos, os convertís en negros. Basta ya de discusiones. Basta ya de decir soy jamaicano o soy ghanés. A Estados Unidos le es indiferente. ¿Qué más da si no erais ‘negros’ en vuestro país? Ahora estáis en Estados Unidos”. Chimamanda Ngozi Adichie relata la vida del migrante de alto nivel, de una joven que puede permitirse estudios universitarios en Estados Unidos pero a quien esa posición no libra de las miserias del rechazo étnico.
Y es interesante Americanah porque nada resulta obvio en lo que escribe su autora, porque nos descubre nuevas formas de discriminación mucho más sutiles y porque, además, también nos habla del amor e inserta con suma inteligencia el humor en la narración y, además aún, compone un personaje femenino central que posee extraordinaria complejidad y nada tiene que ver con el prototípico y unidimensional papel de víctima del sistema tan habitual en literatura o ficción audiovisual.
Chimamanda Ngozi Adichie sabe de lo que habla: ella también fue una joven de 19 años que aterrizó en un campus estadounidense con una beca. Americanah (resulta obvio) tiene mucho de su propia experiencia.
En fin, que no todo van a ser novedades editorales y premios Planeta o el último libro de Paz Padilla o el barbero/la bordadora/el panadero/ el banderillero de Auschwitz (basado en hechos reales).
Elijan el bien y leer a Chimamanda Ngozi Adichie, disfruten del verano que nos queda por vivir, de las vacaciones (si es que las tienen), de los larguísimos días de interminables atardeceres. O, si odian el verano (una conducta al alza), simplemente refugiénse en Americanah, refresquen el cerebro y no cedan ante los best-sellers de intriga policiaca que las editoriales fabrican en serie.
De nada y hasta la vista.
DANIEL SERRANO