Parecía una buena idea pero ¿lo ha sido? Se trataba de unir en un canal de YouTube titulado Estado de Alarma a un escuadrón suicida de supervillanos de la extrema derecha mediática (algunos de los cuales campan a sus anchas por los principales platós televisivos) y disparar contra el Gobierno en plena pandemia. Con gente muriendo y todo. Qué más da. Estado de Alarma jamás se ideó como producto para estómagos delicados.
Javier Negre, Cristina Seguí, Rosa Díez, Alfonso Merlos, Carlos Cuesta y otras personas humanas del mismo calibre político y moral unieron su fuerzas.
En el menú casi siempre algún diputado o diputada de Vox cuando no el mismo Santiago Abascal desde su casa, tras curarse el coronavirus con testiculina española en 24 horas o menos.
Pero las cosas comenzaron a torcerse enseguida. Tal vez fuera la habitación roja de Rosa Díez o la presencia del fabulador Alvise (el que se inventó que Manuela Carmena tenía un respirador en su salón para ella solita) o la irrupción de un pobre chaval que pretende hablar de economía poniéndose como alias El lobo de Wall Street pero en inglés que queda más molón. La fórmula resultaba rara. En los peores momentos de la epidemia, eso sí, daba miedo. Porque los contenidos de Estado de Alarma eran amplificados en redes como estrategia de desestabilización y, claro, en medio de la enfermedad se oía demasiado el nivel de alaridos de una especie de Arkahm Asylum para exaltados.
Pero.
Se pasó de dar miedo a dar vergüenza.
Estado de Alarma se convirtió rápidamente en un descenso a los infiernos con Quique San Francisco (sí, el actor que confesó su desahucio y miserias en un ahora lejano Sálvame Deluxe) asegurando que con Franco se vivía más libremente que ahora.
https://twitter.com/EstadoDAlarmaTV/status/1247199890859409409?ref_src=twsrc%5Etfw
Y estalló el escándalo Merlos, con una mujer misteriosa que dejó de serlo enseguida y un tufo a montaje que tiraba de espaldas. Y Jorge Javier Vázquez se convirtió en héroe del progresismo patrio estallando contra el vocerío de ultraderecha. Después de triturar a Javier Negre en Sálvame.
Y luego más todavía: José María García atizó un zasca en toda regla a Javier Negre. El mítico locutor radiofónico de las noches pleistocénicas fue preguntado por Santiago Abascal, a quien siempre se trata elogiosamente en Estado de Alarma, y fue y dijo: “Tremendamente penoso. Nos quiere llevar al guerracivilismo”. Zas.
https://twitter.com/RubenSanchezTW/status/1255241341350617089?ref_src=twsrc%5Etfw
La gente se rió de Negre pero no tanto como cuando apareció en escena, en vísperas de este puente, el gran Mario Conde, cuyo discurso y gesticulación daban para lo hilarante o igual llamar al 112 por si le daba algo.
https://twitter.com/manelmarquez/status/1256178661771935745?ref_src=twsrc%5Etfw
Toma castaña.
Y la conversación siguió por esos derroteros, no se crean.
https://twitter.com/Peperufo/status/1256000998004396032?ref_src=twsrc%5Etfw
La gente en Twitter se mostró (ya ven) bastante crítica.
Y así Estado de Alarma siguió bajando escalones hacia el sótano del que nunca debió (quizás) salir, ese lugar oscuro donde la mala entraña de este país permanece intacta desde el último fusilamiento del franquismo.
Pero bueno.
No nos pongamos solemnes y aportemos otro momento de ¿humor? cuya autoría pertenece integramente a Javier Negre: “¿O acaso un español de mentalidad mediterránea que lleva cincuenta y pico días confiscado (sic) solo, cuando vaya a un bar o a una terraza no se va a acercar a una chica (o viceversa) para ligar o abrazarla?”. ¡Viva España!
https://twitter.com/frasesnegre/status/1255932743046791168?ref_src=twsrc%5Etfw
Un hombre como Dios manda, de los que ya no quedan o sólo quedan en los sueños de José Manuel Soto, que el otro día aplaudía (¡olé tus cojones!) a Alfonso Merlos por su actividad amatoria en diversos frentes.
Bueno, que Estado de Alarma se ha quedado en infratelevisión a medio camino entre Intereconomía y ¿Dónde estás corazón? cuando invitaban a Andrés Pajares o Ángel Cristo.
Pero, vamos, Negre, Seguí y Merlos continúan también haciendo mainstream en programas de tertulia política.
¿Por cuánto tiempo?
Veremos.
ADEMÁS: Pablo Motos o la insoportable levedad del fascismo
Foto: Gtres
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