Es difícil entender un verano del gran Salvador Dalí sin Cadaqués, igual que lo es (y sigue siendo) entender Cadaqués sin Salvador Dalí. Y es que en el municipio catalán se inscribe una parte importante de la vida del genial pintor de Figueres.
En Cadaqués tenía su casa de verano la familia Dalí, pues era la localidad natal de su padre, el notario, librepensador y republicano Salvador Dalí i Cusi. Estaba en Portlligat y fue allí donde el artista disfrutó de los veranos de su infancia, junto a él, su madre, Felipa, su hermana Anna María y su tía Caterina, la hermana de su progenitora, con quien su padre se casó a la muerte de su esposa.
Sería también años después el lugar donde Salvador Dalí buscaba la paz y el descanso en la época estival junto a su mujer, Gala, un rincón muy especial donde vivieron intensamente un parte importante de su gran historia de amor.
Y sería además, en medio de unos y otra, el lugar donde Dalí vivió su particular aventura con su amado Federico García Lorca. Allí pudieron disfrutar sin complejos en un verano de los años veinte, en una época en la que una historia de amor entre dos hombres no estaba precisamente bien vista.
Y fue donde descubrió también el sexo con el gran poeta de la literatura española, algo que Dalí no dudo en contar con pelos y señales años después a su amigo y escritor Max Aub: “Federico, como todo el mundo sabe, estaba muy enamorado de mí, y probó a darme por el culo dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica y en admiración“.
Por Cadaqués han visto como paseaban por sus calles enamorados de todo lo que encontraban a su paso por cada uno de sus rincones y para disfrutar de sus veranos, sus playas y sus calas, otros grandes artistas como Pablo Picasso, Paul Eluard, Luís Buñuel, Marcel Duchamp, Max Ernst o René Magritte. E incluso alguno se decidió a quedarse allí para siempre, como Richard Hamilton, Eliseu Meifrenno Josep Niebla.
Dalí y Duchamp también disfrutaron de algunos buenos veranos juntos en los años treinta. Fascinado por la película La edad de oro (1930) dirigida por Luis Buñuel y con guion del propio Buñuel y de Salvador Dalí, el artista francés no pudo evitar el impulso de viajar a Cadaqués para conocer al pintor surrealista y fue allí donde ambos quedaron inmortalizados por Robert Descharnes encaramados sobre una roca en Portlligat o jugando al ajedrez.
Duchamp regresaría 25 años después a Cadaqués, esta vez acompañado de Teeny, su pareja desde 1951, para volver a disfrutar de todos sus encantos, de Salvador Dalí, con quien colaboró para su última obra, Étant donnés, y de su querido juego del ajedrez, que practicaba asiduamente en el bar Melitón.
Pero Cadaqués siempre fue el pueblo de Dalí, el lugar donde disfrutó gran parte de su vida y donde desarrolló gran parte de su obra. Donde los veranos se convirtieron en eternos para él y para todos los que lo admiran.
Un verano en Cadaqués
Hoy, paseando por las calles de Cadaqués, se respira el espíritu y el arte de Dalí por todas partes. Y más aún, teniendo en cuenta que su casa, coronada por uno de sus famosos huevos, un símbolo que utilizó con asiduidad para representar la perspectiva psicológica de que los individuos construyen defensas (corteza) alrededor de su psique, flexible y vulnerable (interior), se ha convertido en uno de los museos erigidos en su recuerdo, conformando lo que se conoce como el ‘Triángulo Dalí’ junto al de Figueres y el Castillo de Gala y Salvador Dalí en Púbol.
Y como Dalí y otros tantos artistas que lo acompañaron, cualquiera de nosotros también puede disfrutar de su propio verano en Cadaqués, rememorando los recuerdos que dejó allí el artista, y mucho más. Porque Cadaqués, el pueblo más occidental de toda la península, es mucho, muchísimo más.
Ahí están sus callejuelas empedradas, custodiadas por interminables fachadas teñidas de blanco y decoradas con obras de arte, con flores y puertas y ventanas de vivos colores, todo ello a lo largo y ancho de un trazado medieval dentro del espacio que un día protegía su muralla. Su iglesia de Santa María, del siglo XVI y estilo gótico tardío y, por supuesto, toda la naturaleza que lo rodea, empezando por la sierra que lo rodea hasta el mar, sus playas y calas, un paraíso único a orillas del Mediterráneo.
Cadaqués es patrimonio, es naturaleza y, sobre todo, es arte. Es una localidad ideal para disfrutar como lo hacía Dalí en aquellos veranos inolvidables…
ANTONIO SÁNCHEZ
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