Continúa la Paris Fashion Week y se exhiben las colecciones otoño/ invierno con abundancia de fantasías operísticas (véase, arriba, ese velo en amarillo de Rahul Mishra) y el futuro resulta una ensoñación de lujo para tiempos de guerra y miedo.
Los felices años 20 que alguien pronosticó durante la pandemia trajeron, en realidad, un monstruoso caos en el cada cual busca su porción de felicidad y olvido.
Por ejemplo, mirando la propuesta de Chanel (abajo, en la imagen) para cuando vuelva el frío.
Figuras versallescas y, sobre todo, esas celebridades tan Chanel algunas y otras no tanto: Naomi Campbell, Lorde, Carlota Casiraghi y, por supuesto, una Anna Wintour ya de retirada de su mandato imperial en Vogue.
Verano en París mientras firmas como Georges Hobeika (abajo, en la imagen) presentan su ropa para los días de lluvia y frío. Siempre (o casi siempre) en una escenografía parisina de escaleras de mármol, palacetes y formas del lujo.
Y en las calles, una vez pasaron las tormentas de estos días y bajaron (algo) las temperaturas, París es una fiesta chanelizada y rococó.
Lo cierto es que esta edición de la Paris Fashion Week tiene un punto de celebración menor ya que ricos y famosos, ricas y famosas, están disfrutando aún de sus vacaciones en los mares y yates. Queda, para el común de los mortales, la contemplación de este entretenimiento en el que la moda sigue, según parece, en un cruce de caminos todavía imposible de descifrar. Hacia ninguna parte. Pero así está el mundo. Inmerso en una confusión doliente.
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