El 31 de marzo de 2020, Ryan Grantham se acercó a su madre, sin que ésta le viera, mientras ella tocaba el piano en su casa de Squamish, en la Columbia Británica de Canadá.
Sin mediar palabra, le disparó en la nunca y Barbara Waite, de 64 años, murió en el acto.
Ahí no quedó la cosa, pues horas más tarde, este joven de 24 años echó al coche tres pistolas, munición, 12 cócteles molotov y un mapa para llegar a Rideau Cottage, en Ottawa, la residencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeaun, a quien tenía intención de matar.
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A medio camino, se arrepintió y cambió de idea. En vez de ir a por el presidente, perpetraría una masacre. Tenía dos opciones: el puente de Lions Gate o la Universidad Simon Fraser, en la que estudiaba en ese momento.
Finalmente, desestimó sus instintos asesinos y se dirigió a una comisaría de policía de Vancouver, donde confesó el asesinato de su madre.
Dos años y medio más tarde, Ryan Grantham ha sido condenado a cadena perpetua por la jueza Kathleen Kerr, en el Tribunal Supremo de la Columbia Británica de Vancouver. Tras reconocer los hechos, ha sido condenado por asesinato en segundo grado a pasar la vida en prisión, aunque podrá pedir la libertad condicional dentro de 14 años.
Desde The Daily Telegraph han tenido acceso al juicio, donde Ryan Grantham ha confesado, no sólo que disparó a su madre en la nuca, sino que grabó el cuerpo sin vida con una cámara GoPro. Es más, también ha confesado ante la magistrada que, tras tapar el cuerpo con una sábana, se dedicó a beber cerveza, fumar marihuana y ver Netflix, con su madre de cuerpo presente.
Cuando ya se había ido a por el presidente de Canadá, un día más tarde, Lisa Grantham, su hermana, encontró el cadáver en el suelo. En el juicio, Lisa Grantham ha señalado los pensamientos psicópatas y suicidas de su hermano en los últimos meses, tal y como apuntan desde TMZ. La joven huérfana aseguró temer por su vida, si en algún momento su hermano llega a salir de la cárcel.
Por su parte, la jueza achacó a una “gracia salvadora” que el joven asesino descartara la matanza que tenía en mente. La realidad es que la gracia poco tuvo que ver con la salvación ese día.
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