‘División Palermo’: risas, diversidad y Buenos Aires

La municipalidad pone en marcha en uno de los barrios conchetos (pijos) de Buenos Aires un experimento consistente en crear una guardia urbana desarmada y que exhiba una diversidad (racial, de capacidades, etc) acorde con los anhelos propagandísticos de la hipócrita clase política. Y en ese grupo de (anti)élite acaba, por error, un joven torpe, despistado y a quien los mandos policiales dan el certificado de “diverso” por su condición de judío: “Le podemos poner un gorrito de esos”. Esos elementos conforman el punto de partida argumental de División Palermo, muy divertida comedia argentina que puede verse en Netflix.

Una serie a medio camino entre Loca Academia de Policía y The Office, con una magnífica selección de actores y actrices,  y repleta de gags que juegan al límite pero jamás caen en la ofensa estúpida.

Aquí ya recomendamos vivamente El encargado (en Disney +) y quizá División Palermo no sea, en comparación, tan fina formalmente pero, qué caramba, cumple su función: nos hace reír y encariñarnos de este pelotón de pésimos agentes de la ¿ley? Añádanse la dosis justa de vitriolo social, con  un retrato ridiculizador de la policía y sus formas y maneras.

Con que, sí, no está nada mal esta serie. División Palermo vuelve a demostrar el músculo creador del audiovisual argentino, en los buenos y en los malos tiempos.

Una ficción cuyos capítulos se consumen a toda prisa y que (esperemos) tendrá continuación.

División Palermo está escrita, dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky, de 38 años, cuya trayectoria ha girado en torno a la dirección, la escritura de guiones y la intepretación pero siempre con un común denominador: la preferencia por el humor.

Aquí hubo un intento de hacer una serie (¿o fue una película?) de polis tontos pero la cosa no tuvo ninguna gracia. En este caso, sí que ha resultado. Argentina nos gusta por series como esta o películas como las de Ricardo Darín. ¿Y si, para colmo, ganan el Oscar? Nos alegraríamos.