El 22 de septiembre de 2004 veía la luz una de las series que se convertiría en la obsesión de gran parte del planeta. Ya hace 20 años que el vuelo 815 de Oceanic se estrellaba en una isla remota en mitad del océano, convirtiendo a sus supervivientes en los rostros más conocidos del momento.
En una época en la que las plataformas de streaming todavía eran una utopía, Perdidos inauguró la fiebre por las series, congregando cada semana a sus millones de fans, que crecían con el boca a boca. Fue una auténtica locura, sí, y en los seis años que duró su emisión, era impensable perderte un sólo minuto de su metraje, aunque cada día se retorciese más el argumento.
Gracias a J. J. Abrams usábamos términos como flashforward con la misma naturalidad con la que asumíamos que un oso polar podía sobrevivir en una calurosa isla de un océano misterioso. Nos enseñó a no encariñarnos con ninguno de sus protagonistas porque podían ser su próxima víctima y a perdonar agujeros de guion en pos del entretenimiento más puro.
Pero, ¿cómo llegó a convertirse en un fenómeno de masas? Su capítulo piloto te mantiene pegado al sofá desde el minuto uno, sin bajar la adrenalina ni un momento hasta que termina. Pero tenía que mantener ese nivel durante 121 capítulos, tarea ardua y no siempre satisfactoria. De ahí que a veces incurrieran en alguna que otra estafa argumental que los fans les perdonaban piadosamente en reconocimiento a tantas horas de disfrute genuino.
Explicar de qué va Perdidos es difícil, muy difícil. Todo comienza con un accidente de avión en una isla aparentemente desierta. Sus supervivientes deben buscar su sustento mientras esperan a ser rescatados pero poco a poco van perdiendo la esperanza de que eso ocurra alguna vez. Mientras tanto, los misterios se van sucediendo en la isla. Muertes, búnkeres habitados por excéntricos personajes, unos belicosos habitantes de la isla que no son lo que parecen… Y todo ello aliñado con pequeños vistazos a la vida anterior de los protagonistas, que van dando explicación a su forma de actuar y relacionarse en la isla.
Esta especie de sinopsis no hace justicia al verdadero espíritu de Perdidos, pero es que nada de lo que pueda escribirse sobre ella lo hace. Es una serie única y, sobre todo, pionera. Quizá ahora, con su reciente incorporación al catálogo de Netflix, es un buen momento para revisitarla. O quizá, como pasa con Macondo, es mejor no regresar al lugar donde fuiste feliz.