Días de Milan Fashion Week en un invierno que termina y una Europa que exhibe cansancio mientras el desorden imperial se extiende por las cancillerías. Vivimos tiempos confusos y la moda que puede verse en las pasarelas milanesas también parece confundida. O no tanto. El caso es que hay un eterno retorno hacia momentos felices de otros tiempos (aquellos lejanos 80, los dichosos 90 del siglo XX, esa década de los 2000 cuando aún todo era posible) y un eclecticismo que no cesa.
La distopía que intuimos en la realidad circundante (plagas, tiranos, guerra) se combate con pasatiempos que tienen algo de fiesta agotada.
Y, sin embargo, veamos algunas de las cosas que han sucedido en Milán con la moda como protagonista.
Eterna Naomi Campbell
El 25 de febrero, en el desfile de Dsquared2 irrumpió en la pasarela una Naomi Campbell enfundada en cuero y desplegando un carisma que nos devolvía al tiempo en que las top models eran iconos (discutibles quizás) absolutamente fulgurantes. Una fiesta de reencuentro con apariencias del rock clásico.
Es sólo rock&roll pero me gusta
En realidad, el desfile de Dsquared2 en Milán fue una especie de fiesta de disfraces con homenajes como este, explícitamente dedicado a Kiss y sus maquillajes blancos. Trajes de caballero como de los años 70 y máscaras glam en busca de un poco de diversión.
El espectáculo de Gucci
También el 25 de febrero se produjo el desfile de Gucci, con un espectacular juego de espejos y el italinísimo modo de entender la moda que tiene esta firma. ¿Sorpresas? Seguramente pocas. Pero lo fundamental (estilo y una buena dosis de exceso mediterráneo) estaba ahí.
Todo está permitido
La colección otoño / invierno de Gucci plantea un amplio abanico de propuestas. Como viene sucediendo de un tiempo a esta parte en la moda, todo está permitido. Incluso mezclar invierno y verano. Si ya casi no hace frío.
Fronteras derribadas
También pudo verse en el desfile de Gucci la nueva realidad de las fronteras hombre / mujer derribadas, algo que ya se ha impuesto. La separación por sexo o género resulta una cosa antigua (que se lo pregunten a Palomo Spain) y se puede disfrutar de todas las formas y prendas sin preguntarse si es “para chico o chica”.
En el Front Row
Y luego, en el Front Row, esa fauna festiva ajena a las convulsiones planetarias. Como por ejemplo, primera por la izquierda, Chiara Ferragni, centrada en sus influencias, sus asuntos sentimentales y una vida de evasión y fantasía. Con algún presunto fraude incluido. La imagen es del desfile de Dsquared2.
Reivindicación de las princesas
Y luego están desfiles como el de Luisa Beccaria en el que parece reivindicarse el mundo de las princesas, esos viejos moldes un poco pasados de moda (heteropatriarcales y machistas) pero que todavía tienen su público. Allá cada cual. Si la ropa es bonita, olvidémonos de las etiquetas ideológicas. Quizás.
Lo que ocurre en la calle
Mientras tanto, en las calles milanesas se ven escenas como esta, con Gucci como bandera y desafío a las aún bajas temperaturas europeas. Hay algo de kardashianismo en la actitud pero también una apuesta por la diversión y lo evasivo, huyendo a toda prisa de las preocupaciones de un mundo que parece al borde de diferentes colapsos. Como quienes apuraban sus tragos de champán al son de la orquesta del Titanic o bailaban valses en el búnker de Hitler. Por poner dos ejemplos.