A la hija del mítico Francis Ford Coppola el mundo la puso cara en lo que la crítica considera “el mayor error de casting de la historia del cine”: su papel de Mary Corleone en El Padrino III (1990). Escarmentada de la experiencia, decidió seguir los pasos de papá y colocarse no frente sino tras la cámara. Es la directora cool y ultramoderna por excelencia: Las vírgenes suicidas (1999) o María Antonieta (2006) son películas de culto para el público hipster y están repletas de referencias de la cultura pop (la música de Air, las Converse de María Antonieta, etc). Pero quizás su película más valorada sea Lost in translation (2003), por la que ganó el Óscar al mejor guión original.
Además de directora de cine Sofia Coppola es, a su modo, una especie de it girl. No falta a toda cita fashion que se presente y luce siempre un estudiado look que mezcla la elegancia clásica con toques actuales. Chanel es una de sus firmas preferidas y ha llegado a diseñar bolsos para su amigo Marc Jacobs.
En cuanto a novietes, Sofia ha ido también siempre a la última, optando por modernos sin tacha. Bueno, casi siempre, si descontamos la temporada que estuvo con Quentin Tarantino, cuyo estilo no casa precisamente con el que se lleva en los ambientes selectos de Nueva York o Los Ángeles. Salvada la excepción, a la Coppola se le han atribuido romances con Keanu Reeves, Anthony Kiedis (de los Red Hot Chili Peppers), Wes Anderson y, además, estuvo casada entre 1999 y 2003 con otro director modernuqui: Spike Jonze (el de Cómo ser John Malkovich).
En 2011 se casó de nuevo. Esta vez con el vocalista del grupo Phoenix, Thomas Mars, con el que tiene dos hijos. El enlace se celebró en Italia, claro, la cuna de la familia Coppola. Concretamente en el Palazzo Marguerita, en Bernalda, en el sur, propiedad de papá Francis.
