Arrasó en los Globos de Oro, por lo que se ha colocado en cabeza en la gran mayoría de las apuestas de cara a los Oscar. Estamos hablando de The Brutalist, un dramón de tres hora y media de duración que podría haber quedado sepultada por su extenso metraje, pero que ha cautivado a la crítica.
Y es que parece que les gusta ver sufrir a Adrien Brody, el gran protagonista del filme. Pero ese sufrimiento podría ser el causante de que se lleve a casa su segunda estatuilla de la Academia tras haberse alzado con el premio a Mejor Actor Protagonista con El Pianista en 2003.
De momento ya cuenta con más de 50 nominaciones en la larga lista de galardones de aquí a los Oscar y ha triunfado en los mencionados Globos de Oro (Mejor película, Mejor dirección y Mejor actor principal), en Venecia (León de plata y Premio del Jurado) y en Nueva York (Mejor película y Mejor actor). Y todavía no conocemos las nominaciones a los Oscar, pero casi podemos asegurar que competirá por obtener el de Mejor película, Mejor director y Mejor actor principal. Y eso como poco.
La crítica se rinde a los pies de ‘The Brutalist’
Es difícil encontrarle un pero a las críticas de los expertos sobre The Brutalist. No son pocos los que ensalzan el virtuosismo de Brady Corbet, un director joven y con poca experiencia que ha conseguido colar una de sus primeras películas en la lista de los grandes clásicos de la historia. O al menos así piensan grandes voces como la de David Rooney, de The Hollywood Reporter, o Robbie Collin, de Telegraph, y Owen Gleiberman, de Variety.
“Una gran epopeya“, dicen desde Chicago Reader. “Un logro épico“, aseguran en Austin Chronicle. “Un clásico instantáneo”, la define Rolling Stone. En definitiva, es Chris Evangelista, de SlashFilm, quien resume el sentir general: “Está bien decirlo: The Brutalist es una obra maestra“.
La historia
The Brutalist es un drama inmigratorio que habla del fraude del sueño americano. La historia cuenta 40 años en la vida de László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto judío nacido en Hungría que sobrevivió al Holocausto y que, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, emigró a Estados Unidos con su mujer, Erzsébet (Felicity Jones).
Al principio, László soporta la pobreza más absoluta, pero pronto consigue un contrato con un misterioso y adinerado cliente, Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), que cambiará el curso de su vida. Mientras László comienza a construir el edificio brutalista de sus sueños, un fatídico incidente hace que su vida tenga un giro inesperado.