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Vacaciones de antaño / Verbenas eternas

A woman dressed in Madrid's traditional attire "Chulapos" poses during the Feast of La Paloma Virgin in Madrid on August 13, 2018. - Madrid's history and tradition cannot be understood without its famous "verbenas" or open-air festivities, three of which are held in neighbouring districts on successive dates in August. The party gets under way with the San Cayetano festival in the Rastro/Embajadores area, followed by San Lorenzo in Lavapies and ends with the biggest and most important of all, La Paloma in La Latina. (Photo by GABRIEL BOUYS / AFP) (Photo credit should read GABRIEL BOUYS/AFP via Getty Images)

Banderillas, farolillos, trajes típicos, puestos de churros y otros manjares varios y baratos con los que combatir los excesos del beber y música, mucha música, desde la mañana a la noche. Y sobre todo de noche, desde pasodobles a Rosendo pasando por Paquito ‘El Chocolatero’, los éxitos pop de los 80 y 90, los temas más pegadizos ‘made in’ Operación Triunfo, la música latina de antaño o hasta el reggaetón más actual.

Las verbenas son una auténtica institución en todos y cada uno de los rincones de nuestro país. Lo son desde hace muchos, muchos años y están ahí arraigadas a pesar del paso del tiempo, de los más atípicos acontecimientos -véase pandemias o similares- y de los cambios culturales. España es fiesta, es alegría… ¡y las verbenas, el mejor ejemplo de ese espíritu fiestero tan nuestro!

Todas las ciudades, los pueblos, e incluso los barrios, tienen su particular verbena que, claro, siempre es la mejor del mundo, sin discusión. Verbenas que, al son de las orquestas del momento, hacen a vecinos y forasteros -de todas las edades y condiciones- bailar sin parar, disfrutar sin límites y huir durante el tiempo que duran de todo lo que pasa a su alrededor, sea bueno o malo.

Y es que las verbenas cuentan con ese hálito especial que las convierten en mágicas. Espacios escénicos singulares donde, igual se puede ver bailando a una pareja de abuelillos que a niños gritando entre juegos y fondos musicales, o bien jóvenes jarreándose sin límites, vestidos de sus peñas o con sus mejores galas, pero disfrutando a lo grande, porque es uno de los grandes momentos del año para todos ellos.

Es una celebración antigua, estrechamente relacionada con las fiestas populares, celebraciones religiosas en torno a la figura de santos y vírgenes que cerraban el día entre música y jolgorio. Por cierto, no se trata de una palabra al azar, ni mucho menos, sino que procede del nombre de una flor, la flor de verbena (verbena officinalis), que, para contextualizar, solían portar como costumbre en algunas ciudades en las solapas de las chaquetas durante estas celebraciones populares.

Bien conocidas por todos son la Verbena de la Paloma, en Madrid, donde también tienen su fama otras como San Cayetano o San Lorenzo; la Feria de Granada, la verbena de San Lorenzo en Huesca; la de Lerma, Murcia, Albacete, Santa Ana y San Joaquín en Málaga; o las de San Fermín, en Pamplona, solo por poner algunos ejemplos, porque son infinitos, tantos como municipios tiene España, porque no faltan entre los meses de julio, agosto y septiembre pueblo o ciudad sin sus verbenas, algunas más humildes y otras simplemente espectaculares.

Y sino, que pregunten a los gallegos y sus mediáticas orquestas tipos Panorama o Paris de Noia que bien podrían hacer la competencia a más de una banda de música con aires de grandeza…

Parecía que el paso del huracán ‘Covid’ por nuestras vidas podía acabar con una institución de la talla de las verberas, pero nada más lejos de la realidad. Su fuerza puede contra cualquier adversidad, aunque sea una pandemia la que amenace.

Hubo incluso un tiempo, no hace mucho, que tocó escuchar la música de las orquestas de verbena en sillas como si de teatro o un recital de música clásica se tratara -cosas de las restricciones-, pero aquellos malos tiempos pasaron y, de nuevo, las verbenas han recuperando su esencia, la de un pasado lejano que también es presente y, sin lugar a dudas futuro, porque las verbenas siempre han estado ahí, y son parte de nuestras vidas. Son eternas a pesar de todo

ANTONIO SÁNCHEZ

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