Abandoné a la mitad La sociedad de la nieve. Por varias razones. En primer lugar porque ya la había visto. La dirigió con brío en 1993 ese artesano de Hollywood llamado Frank Marshall y entre sus protagonistas estaba el gran Ethan Hawke. Se tituló ¡Viven! Nada nuevo hallé en esta nueva versión. Pero desistí también (y sobre todo) por la extrema frialdad de una cinta de impecable factura técnica y escasa profundidad a otros niveles. No seré yo quien diga que La sociedad de la nieve es una mala película. Sin embargo, ¿tantísimos galardones merecía en una gala de los Goya a la que se presentaban propuestas como 20.000 especies de abejas o Creatura?
Al respecto, y con urgencia, se ha pronunciado Javier Ocaña desde las páginas de El País. Sugiere que algo le pasa a una industria que premia una superproducción de Netflix e ignora Cerrar los ojos, obra de un maestro admirado mundialmente como es Víctor Erice (autor de piezas maestras del calibre de El espíritu de la colmena, El sur o El sol del membrillo).
Los académicos y académicas del cine español decidieron, en esta edición, apostar a caballo ganador. Ni Un amor de Isabel Coixet ni otras películas de riesgo sedujeron a la gente de nuestro cine. J Bayona se lo llevó todo. Dice el director que se congratula de que su película esté gustando mucho a un público muy joven y, sí, eso no está mal, pero he de reconocer que me emociona mucho más cuando las juveniles huestes abarrotan las salas para ver Oppenheimer o Barbie.
Porque, como clamó Pablo Berguer al recoger su Goya por Robot Dreams. hay que desear “¡larga vida al cine en los cines”!
Hace ya un tiempo que Netflix redujo su ambición artística al mínimo y produce como si fuera bollería industrial un sinfín de series clónicas, true crimes y largometrajes de bajo presupuesto.
Hay hueco, eso sí, para cosas como La sociedad de la nieve, dirigida por alguien tan solvente como J Bayona. Se deja ver. Y hasta logra nominaciones a los Oscar.
Y, sin embargo, deja un poco de melancolía que Netflix se apropie de una gala y arrase los Goya.
Aunque, quizás, es simplemente el signo de los tiempos.
Y a ver si me termino La sociedad de la nieve y me tengo que retractar de mi apatía.
DANIEL SERRANO