El pop también existe. No toda va ser música urbana, trap, latin music y Peso Pluma aunque Peso Pluma (la verdad) nos guste bastante. Pero a lo que vamos. Veintiuno es una luminosa banda de pop que ha firmado un fabuloso disco titulado El arte de perder. Un trabajo estupendo que contiene una colección de canciones irresistiblemente optimistas. En estos tiempos tan propicios a la fealdad hay que reivindicar la alegría. Y Veintiuno (con permiso de Marisol) nos pone el corazón contento.
Nuestras canciones preferidas de El arte de perder son dos: La vida moderna (¡con Love of Lesbian!) y La Toscana.
Qué maravilla de melodías y cuánta inteligencia en los textos. Porque Veintiuno demuestra cómo se puede ser puramente pop (e indie) introduciendo cierto nivel literario, sin exagerar, en la escritura de las canciones.
Y la alusión a Sorrentino (La grande bellezza) nos gana para la causa, por supuesto.
Veintiuno son una banda joven procedente de Toledo y transitan el circuito de los festivales y merecerían una mayor proyección (aún). Hay tiempo para que su fama y éxito crezcan. Aunque lo que hagan, ahora mismo, tenga un punto de ir a contracorriente, con tanto culto al chandalismo urbano en la industria musical.
Da lo mismo.
Si Arde Bogotá han recibido un fulgurante Ondas, ¿por qué no van a cosechar premios y llenar un Wizink Center estos chicos?
Nos gusta Veintiuno y no nos escondemos.
Empezaron, cuentan al principio de El arte de perder, en el garaje de un pueblo de Toledo. Y su discurso es una potente reivindicación del grupo en un tiempo musical de individualidades. Lo colectivo como proyecto vital. Confiar en tus camaradas y lanzarte a la carretera. Nos reconforta que hayan triunfado porque esto demuestra que no todo está perdido. Sus canciones suenan a juventud y vida, y eso no es tan fácil de conseguir, ni siquiera con IA y promociones en TikTok.
Veintiuno es la eterna historia del pop: un puñado de chavales que se juntan para tocar y pasárselo bien y, de repente, han triunfado y enardecen a las masas desde un escenario.
Bravo.
Nos alegra su ascenso y nos alegran sus canciones, el optimismo no es cosa fácil de transmitir y Veintiuno sabe elevar el ánimo sin caer en la completa idiotez, suenan como un bellini degustado en esa Toscana soñada a la que aluden en uno de los temas más perfectos de El arte de perder.
Adelante, Veintiuno.
DANIEL SERRANO
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