10 mujeres poetas para celebrar la poesía y la lucha de las mujeres

10 mujeres poetas para celebrar la poesía y la lucha de las mujeres

Olvidadas, ignoradas o censuradas a lo largo del tiempo, las mujeres también son el sujeto activo de la poesía y no solo su objeto como pretendieron hacernos creer siglos y siglos de machismo cultural bajo el eufemismo “musa”. Eso lo aprendimos de ellas.

Eso lo seguimos aprendiendo de todas esas poetas que cuentan; que defienden su arte y a su género, que no se callan, que se sienten libres para expresar en verso o en prosa poética sus ideas y sentimientos sin trabas, ni en la forma ni en el contenido.

Hoy, Día Mundial de las Escritoras, queremos hacerles un homenaje en forma de recuerdo y compartir algunos de sus escritos más representativos. Porque gracias a estas obras (y a muchas otras con acento femenino) tenemos un motivo de peso para celebrarlo.

1. Gabriela Mistral

Te espero sin plazo ni tiempo.

No temas noche, neblina ni aguacero.

Acude con sendero o sin sendero.

Llámame a donde tú eres, alma mía.

Y marcha recto hacia mí, compañero.

Chile, 1989. Premio Nobel de Literatura y Premio Nacional de Literatura de Chile. Pedagoga, feminista y considerada como una de las figuras más influyentes de la literatura iberoamericana y chilena de todos los tiempos.

2. Gloria Fuertes

Ya ves qué tontería,

me gusta escribir tu nombre,

llenar papeles con tu nombre,

llenar el aire con tu nombre,

decir a los niños tu nombre,

escribir a mi padre muerto

y contarle que te llamas así.

Me creo que siempre que lo digo me oyes.

Me creo que da buena suerte:

Voy por las calles tan contenta

y no llevo encima nada más que tu nombre

España, 1917. Su obra se encuadra dentro de la Primera Generación de Posguerra, la Generación del 50 y el Postismo; y también incluye cuentos infantiles. Castiza, motera, bisexual y pacifista. La editorial Blackie Books acaba de editar El libro de Gloria Fuertes, su “antología de poemas y vida”.

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3. Sylvia Plath

Dying

Is an art, like everything else.

I do it exceptionally well.

I do it so it feels like hell.

I do it so it feels real.

I guess you could say I’ve a call.

Estados Unidos, 1937. Escribió prosa y poemas, erigiéndose como una de las mayores representantes femeninas de la llamada poesía confesional. Tuvo una vida única y una pluma privilegiada. Se suicidó a los treinta años.

4. Alejandra Pizarnik

no sé si pájaro o jaula

mano asesina

o joven muerta jadeando en la gran garganta oscura

o silenciosa

pero tal vez oral como una fuente

tal vez juglar

o princesa en la torre más alta.

Argentina, 1936. Su suicidio a los treinta y seis años no impidió que dejase un gran legado, compuesto por un diario de casi mil páginas, un denso corpus de poemas, relatos, cartas (muchas de ellas dirigidas a Julio Cortázar) y varias novelas cortas. El Surrealismo marcó sus textos. Temas como la infancia, la naturaleza o la muerte se volvieron recurrentes en ellos. La inquietud de formas, propia de la corriente, hizo el resto.

5. Frida Kahlo

¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida. Siento que desde nuestro origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido. Tu ser entero, tu genio y tu humildad prodigiosas son incomparables y enriqueces la vida. Dentro de tu mundo extraordinario, lo que yo te ofrezco es solamente una verdad más que tú recibes y que acariciará siempre lo más hondo de ti mismo. Gracias por recibirlo, gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida.

México, 1907. Célebre por su faceta de pintora, la legendaria artista también escribió prosa poética. Hoy, sus creaciones en todos los ámbitos son símbolo de fuerza, valentía y poder: gracias al arte, Frida alcanzó la felicidad dentro de una vida marcada por las enfermedades físicas y las desavenencias sentimentales.

6. Rosalía de Castro

Adiós ríos, adiós fontes;

adiós, regatos pequenos;

adiós, vista dos meus ollos,

non sei cándo nos veremos.

Miña terra, miña terra,

terra donde m’eu criei,

hortiña que quero tanto,

figueiriñas que prantei.

España, 1837. Su poesía es Galicia; Galicia es su poesía. Se la sitúa dentro del Romanticismo tardío. Inició el Rexurdimento Pleno con los Cantares Gallegos. Luchó por escribir en un mundo y en una época donde las letras estaban en su mayoría reservadas a los hombres y lo consiguió.

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7. Marguerite Yourcenar

Tú la avispa y yo la rosa;

tú el mar, yo la escollera;

en la creciente radiosa.

Tú el Fénix, yo la hoguera.

Tú el Narciso y yo la fuente,

en mis ojos tú brillando;

tú el río y yo el puente;

yo la onda en mí nadando.

Bélgica,1947. Escribió, literalmente, de todo, también poemas, hasta el punto de que su obra es una de las más fructíferas de la literatura europea del siglo XX. Le influyeron tanto la Cultura Clásica como la Filosofía. El amor de su vida se llamaba Grace Frick.

8. Elise Cowen

La dama es una cosa sumisa

hecha de agua y muerte.

La moda la viste con sobriedad y

usa su mente para coserle la bastilla.

Estados Unidos, 1933. Una de las grandes (mujeres) olvidadas de la Generación Beat. Se suicidó a los veintiocho años. La mayor parte de sus poemas fueron quemados por un vecino de sus padres para que éstos no se sintieran incómodos por sus referencias a la homosexualidad y las drogas; los ochenta y tres que se conservan los publicó uno de sus mejores amigos, Leo Skir.

9. Anaïs Nin

Yo creo en el fuego. Vida Fuego.

Estando yo misma en llamas enciendo a otros.

Jamás muerte. Fuego y vida.

1903, Francia. Treinta y cinco mil páginas componen sus diarios poéticos. Su obra es visceral, erótica, maldita. Censurada.

10. Emily Dickinson

A word is dead

When it is said,

Some say.

I say it just

Begins to live

That day.

Estados Unidos, 1830. Distinta a todo y a todos. Sus poemas-revolución, a menudo sin título, tienen líneas cortas, rimas imperfectas, puntuación poco clara. A pesar de que los editaron hasta la saciedad para adaptarlos a las normas de su época, siguen siendo prodigiosos. Acabó sus días recluida, en soledad, herida de amor y escribiendo sin parar. O la leyenda.

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MILA GARCÍA

 

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