Sí, sí, ya sabemos que hay un monton de series actuales por ver y que el seriófilo no da abasto. Pero, de cuando en cuando, no está mal rastrear en la prehistoria de la televisión y descubrir joyas (tal vez) olvidadas.
Porque siempre hubo series buenas. Aunque, claro, de otro tipo y de tono absolutamente diferente a las de ahora (no, no hay un Juego de tronos de los años 50 o 60).
Son series que hay que ver en su contexto y que se disfrutan, sobre todo, por su estilo naif, su inocencia y sus colores pastel (o su blanco y negro) tan de otra época.
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Veamos.
1. Alfred Hitchcock presenta
Si Hitchcock era bueno haciendo películas, en televisión también supo estar a la altura. Alfred Hitchcock presenta era una serie compuesta por relatos cortos de miedo. Y funcionaba a la perfección. Hay capítulos que han quedado clavados en la memoria de varias generaciones de telespectadores: el del tipo que queda paralizado en un accidente y le van a enterrar vivo, el del marido que venga la violación de su mujer para descubrir después que… Mejor no contar nada. La serie se vende en DVD y está en streaming, háganse un favor y acudan a ella. Se emitió entre 1955 y 1965 y parte de su encanto son los prólogos y epílogos del propio Hitch.
2. Batman
Puro Pop Art y un disfrute para cualquier amante de los productos psicotrónicos de otros tiempos. El color que tiene esta serie no lo tiene ninguna. Batman fue serie de televisión entre 1966 y 1968 y Adam West encarnó al Hombre Murciélago. Todo mola. La música (que en los 90 fue versionada por Prince), los actores (Vincent Price, Burguess Meredith, César Romero…), los disfraces, la osadía de presentar a una Catwoman negra (eso sí que era Black Power)… Buenísima para ver en pequeñas dosis.
3. Superagente 86
Fue una serie (de título original Get Smart) inventada por Mel Brooks, que luego se convertiría durante los 80 en el rey de la taquilla con sus parodias (La loca historia del mundo y todo eso). Superagente 86 eran las aventura de un espía de lo más patoso: Maxwell Smart. Tenía mucha gracia, popularizó aquello del zapatófono y duró hasta 1970 aunque en España, doblada por actores de marcado acento latinoamericano, estuvo emitiéndose casi hasta ayer mismo. Merece la pena recuperarla.
4. La familia Monster
La vida cotidiana de una familia monstruosa. Horror y ternura. La familia Monster (The Munster en el original) tuvo apenas dos temporadas pero dejó huella. Su estilo añejo y su blanco y negro resultan una experiencia de inmersión en otros tiempos de la televisión.
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5. Thunderbirds / Guardianes del espacio
Entre 1964 y 1966 se emitió esta serie de animación con marionetas chulísimas, un rollo muy sixtie y ese punto de las cosas hechas artesanalmente, antes de que los ordenadores imperaran en los dibujos animados. Thunderbirds era una producción británica.
6. El avispón verde
Si el Batman de los años 60 resulta (visto hoy) psicotrónico, ¿qué decir de El avispón verde?. Capítulos cortitos con estética de cómic y un Bruce Lee conquistando su fama en Estados Unidos como Kato, chófer karateka de el mismísimo Avispón. Green Hornet (su título original) resulta totalmente hipnótica.
7. Los invasores
Un poco como La invasión de los ladrones de cuerpos pero en formato de serie. Un arquitecto llamado David Vincent ve aterrizar una nave espacial y se convierte en el único hombre en el mundo que sabe que los extraterrestres nos están invadiendo. Toman forma humana pero (ojo) no saben doblar el meñique. Un detalle enternecedor que hizo que muchos niños de los 60 observaran con atención las manos de los adultos a ver si el meñique se doblaba o no. Muy buena, algo angustiosa y exitosísima en los 60.