El anticapitalismo pop suena en Radio 3 y se llama Biznaga aunque (seamos justos) nos hallamos ante verdadero punk de combate, cuyas letras resultan insólitas en el adocenado panorama musical de esta España nuestra, tan sesteante y fachita. Cantan cosas como: “El entusiasmo es una disidencia”. O: “Cuanto peor es la realidad, mejores son los videojuegos”. Y convierten en estribillo un alarido sobre el color “verde Codere, Vox, Tecnocasa” que predomina en el paisaje de la doliente juventud precaria. Luego está la juventud que va de tardeo y a los toros, con Froilán y su pandilla. Centrémonos. Sacaron disco Biznaga y se titula Ahora y es absolutamente fabuloso. También mola el de los Carolina Durante pero se les nota muy del Instituto Italiano, no sé si se me entiende.
O sea, que Carolina Durante también nos gustan.
Pero Biznaga.
Joder.
Himnos para este siglo XXI de gentrificación e idiotez ambiental. Un sonido urbano pegado a la realidad, lejos del evasionismo indie, siempre en la añoranza de los festis financiados por Ray Ban y alguna Consejería del Gobierno murciano.
Ah, Biznaga.
Nos fascinan.
Y eso que a mí me pillan mayor.
Pero escuchándoles dan ganas de salir a las calles como cuando Kortatu cantaban lo que cantaban.
“El entusiasmo nos atraviesa con su cuchillo de primavera” braman.
Biznaga son Álvaro Garcia, Jorge Navarro, Jorge ‘Milky’ Ballarín y Pablo Garnelo (según consta en la Wikipedia). Suenan eléctricos y con la arrogancia firme de quienes no tienen por qué dar cuentas a nadie. Hay algo auténtico en sus versos. Y una aparente ausencia de cálculo, que les hace especiales en un mundo artístico donde, permítasenos el tópico, casi todo suena ortopédico y artificial. Escuchas a algunos jóvenes astros disertar en la radio o El Hormiguero sobre su obra, y da la impresión de que su trabajo (y cada palabra que sueltan) se diseña al milímetro para contentar al voraz algoritmo (el de Spotify, YouTube, Instagram o TikTok).
La revolución no será televisada y, me temo, tampoco la vamos a ver por TikTok. O a lo mejor sí. Que arda todo (o casi todo). Aunque no es ésa la tesis de Biznaga, suficientemente jóvenes como para creer que, aún, hay esperanza. Lo de No future es poesía que no significa exactamente lo que significa.
Y qué hermosa y triste canción de desamor resulta Espejos del caos, historia de una pareja obligada a coexistir bajo el mismo techo para poder pagar el alquiler.
El problema de la vivienda está muy presente en las canciones de Biznaga. No todo van a ser, camaradas del rock y el indie y los nuevos sonidos urbanos, romances de noche y bling bling en garitos con famosos.
Regreso al punk, como deseaban Los Ilegales hace unos cuantos años.
Sí, pasan cosas (buenas) en la música actual y ello nos congratula. Y encima escuchamos el otro día a Nat Simons versionando ¿Qué fue del siglo XX? de 091. El mundo es, a veces, bello.
Pero, tal y como lo cantan los Biznaga, el mundo está lleno de suciedad e injusticia y así lo dibujan en sus rabiosas piezas para convertirlo en emoción y belleza y que la próxima revolución salga mejor que las anteriores.
Salud.
DANIEL SERRANO
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