“¿A dónde va la gente cuando dice que deja el Facebook?” se pregunta el protagonista de Contenido en una letanía final que nos alude porque somos, en este siglo XXI enloquecido, avatares circulando a toda prisa por la gran autopista digital que se dirige a la nada, al gran vacío, al scroll infinito donde no hay principio ni fin.
Carlos Padial ha escrito en esta novela una aproximación paródica al tiempo salvaje y loco que vivió en Playground, una de esas marcas digitales (Vice, Código Nuevo, BuzzFeed…) que hace apenas diez años prometían una revolución con millones de usuarios únicos.
Tenían más lectores que El País, más que The New York Times. No es broma, Playground ganaba al Times. Y, de repente, el abismo se abrió bajo sus pies. Tras tanta palabrería de vendedor de crecepelo con licenciatura en marketing digital y SEO se ocultaba una dura realidad: el dueño de tu plataforma principal (Google, Facebook, Amazon, Twitter…) es quien manda. Y tus trucos no le impresionan.
Así que Facebook cerró el grifo a Playground (y a Vice, Código Nuevo, Buzzfeed…) y el sueño concluyó. De lo más alto a la quiebra.
Contenido es la crónica febril de un viaje al fin de la noche relatado por un miembro de ese proletariado abundante que pena en webs y start-ups creativas. El protagonista es un tipo que hace vídeos raros y, de repente, logra éxito en una página ignota que (ale hop) de la noche a la mañana se convierte en la marca digital de moda.
Al frente de esa web de novísimas tendencias el habitual emprendedor barcelonés (podría ser también madrileño) que resume la petulancia de una joven burguesía entregada a la causa de lo nuevo sin ningún asidero intelectual o tecnológico sólido.
Dicho de otro modo: en España no verá usted en las start-ups a directivos que abandonaron Harvard al tercer año de carrera para poner en marcha su proyecto sino al más idiota y vago de una familia rica que, tras acabar ADE, en vez de gestionar la red de concesionarios Mercedes-Benz de papá ha preferido poner una web o una productora o una consultora digital o abrir un restaurante con los del Grupo Larrumba.
Y lo malo no es ese idiota, que cuando fracase podrá volver a la gestión de los concesionarios, sino la multitud de jóvenes que profesan la fe digital, todos esos currelas que hacen vídeos, escriben artículos, se dejan la piel en las redes sociales y acaban dejándose la salud mental en un precariado interminable.
De todo eso, pero con muchas risas, habla Contenido. Lo mejor son las descripciones de la fauna que habita el ecosistema de las empresas tecnológicas creativas. Quien haya trabajado en este universo de las webs modernas reconocerá a muchos de los monstruos patéticos que Carlos Padial disecciona. Con tatuajes, pelos de colores raros, smoothies.
Iba poner a alguna pega literaria (un mayor trabajo en la psicología, complejidad y evolución de los personajes no hubiera venido mal) pero he repasado la lista de los libros más vendidos en España y, la verdad, me quedo con esta novela antes que con la colección de folletines y malas intrigas policíacas, históricas y de amor que acaparan los puestos más destacados. Contenido se atreve a abordar un asunto actual, habla de la realidad contemporánea, se sitúa en el ahora y resulta certero (y desolador) su análisis de la lucha de clases que se esconde detrás del fulgurante escaparate de lo digital.
Y muy bueno, por cierto, todo lo que Carlos Padial escribe sobre Netflix y sus series donde siempre están Úrsula Corberó y Ester Expósito, y se baila con mucho erotismo a cámara lenta sea true crime o ficción juvenil de instituto.
Bien por Contenido. Nos representa, nos melancoliza y dice la verdad. Nunca creas al SEO. El supervillano que maneja las manivelas en Google, Facebook o TikTok es quien tiene el poder para alzarte hacia la gloria o condenarte a la miseria.
DANIEL SERRANO
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