Kabir Bedi, el hombre que fue Sandokán

En 1976 un apuesto pirata conquistó el corazón de la audiencia del mundo entero. Países como España o Italia caían rendidos a Sandokán. El tigre de Malasia, personaje interpretado por el actor hindú Kabir Bedi, que ha viajado a nuestro país para promocionar sus curiosas memorias Historias que debo contar: la vida emocional de un actor.

Antes de convertirse en Sandokán, Bedi tuvo una curiosa trayectoria, que abarca desde un monasterio budista hasta el triunfo en Bollywood, la industria cinematográfica india.

Pero este papel cambió por completo su vida, a veces para bien y a veces para mal, como ocurre tantas ocasiones. Y es que el éxito no siempre es sinónimo de felicidad, y la tumultuosa vida de Kabir Bedi lo atestigua.

Infancia en un monasterio budista

Kabir Bedi es descendiente por vía paterna del fundador del Sijismo, que lucharon para conseguir la independencia de la India de los británicos. Como él mismo afirma, sus padres eran muy espirituales, lo que les llevaron a internarle en un monasterio budista donde fue ordenado monje y compartía juegos con los hijos de Indira Gandhi.

 

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En los años 60, comenzó a trabajar como periodista freelance en All India Radio, puesto que sus padres no tenían demasiado dinero, y este trabajo le proporcionó su primer contacto con la fama: se convirtió en el único profesional en entrevistar a los Beatles mientras estuvieron de gira: “Presioné al mánager de los Beatles diciendo que la entrevista había sido exigida por el gobierno indio, lo cual era técnicamente correcto. Y básicamente me dejó hacerlo porque no quería tener una situación embarazosa con el gobierno indio”, ha asegurado entre risas en más de una ocasión.

De Bollywood a Sandokán

Después de dedicarse a la publicidad durante unos años, decidió migrar a Bombay donde comenzó a trabajar en el teatro. De ahí dio el salto a Bollywood, la cuna del cine hindú, donde adquirió gran popularidad.

Así fue como su nombre resonó para interpretar a Sandokán, el papel que cambiaría su vida por completo. Esta producción italiana le dio fama internacional, abriéndole las puertas para trabajar en otras grandes producciones hollywoodienses.

Así fue como encargó al villano Gobinda en la película Octopussy, de la saga de James Bond, además de aparecer en grandes éxitos televisivos como Dinastía, Se ha escrito un crímen o Magnum.

 

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Después de esto, además de volver a interpretar a Sandokán en dos miniseries de aventura: El retorno de Sandokán y El hijo de Sandokán, continuó su carrera en India, donde ha rodado más de 60 películas.

Una vida muy tumultuosa

Bedi se ha casado cuatro veces y tiene tres hijos, Pooja, Siddharth y Adam. Su primera mujer fue la especialista en danza Odissi Protima Gauri, con quien tuvo a sus dos primeros hijos, amor que duró siete años. A finales de los 70 volvía a casarse, en este caso con la estadounidense Susan Humphreys, diseñadora de moda, con la que tuvo otro hijo. Tras su ruptura, contrajo matrimonio con Nikki Bedi, una historia de amor que duraría 11 años: de 1993 a 2004. Y en 2016 volvió a pasar por el altar por cuarta vez, en esta ocasión, con Parveen Dusanj.

Tras el divorcio de su primera mujer, inició una relación con la estrella india Parveen Babi, aunque nunca llegaron a casarse. Según cuenta Bedi en su autobiografía, sufría trastornos mentales, lo que propició su muerte en 2005, tras romperse una pierna y sufrir un fallo multiorgánico. “Fue un final trágico y solitario”, explica Bedi en su autobiografía.

El suicidio de su hijo, una tragedia que le devastó

En 1997, su hijo Siddharth, fruto de su primer matrimonio con la bailarina de ballet clásico Protima Bedi, se suicidó con solo 28 años tras haber sido diagnosticado de esquizofrenia. “No le pude salvar y me sentí muy culpable“, cuenta el actor en sus memorias.

 

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Coincidiendo con este horrible bache, el actor realizó diversas inversiones financieras desastrosas que le llevaron a la bancarrota: “Perdí trabajos, no recuperé mi dinero, estaba devastado emocionalmente. Todos tenemos contratiempos y sufrimientos en nuestras vidas, pero podemos aprender de la experiencia de otros”, asegura.