El humor es una cosa muy difícil pero en España no hay persona humana que no se considere chistosa, y así nos va. Si fuéramos prusianos, contemplaríamos el humor como una lengua extranjera muy difícil y nos pondríamos a levantar industrias o a fabricar automóviles. Y qué decir de la inteligencia para el sarcasmo que cultivan los británicos. Aquí, sin embargo, todo vale para hacer reir, sea un pedo o poner la zancadilla a un anciano.
Porque esa es otra.
Todavía hay quien añora los chistes de maricas, maltratadas, violaciones y tartamudos. El otro día quedó patente en El hormiguero, donde Miguel Lago consideró gracioso que una candidata de Podemos sea “sorda y bollera” y a Pablo Motos le faltó tiempo para exhibir mueca de complicidad al respecto. Desde el Ministerio de Igualdad se lo han afeado y para qué quiere usted más.
El problema de cierto humorismo español es que no tiene ni puta gracia.
Venimos de Bigote Arrocet, quien se ponía de rodillas ante Pinochet en su Chile natal, y de la Bombi, he ahí nuestros orígenes humorísticos, y Pantomima Full o La hora chanante no limpian todo ese pasado de carcajadas a costa de gangosos o gitanos.
Permanece esa costra humorística y supura, y a quien se queja le gritan ¡cenizo! desde los balcones de Twitter. U ofendidito. Habría que repasar a Darío Fo, que explicaba muy bien cómo existe el humor reaccionario que se ríe de quien padece cojera frente al humor verdaderamente liberador cuyo objeto es mofarse del poderoso.
Claro que ahora están quienes quieren disfrazar lo reaccionario de nuevo punk y te dirán que el poder está en manos de las feminazis. Hombre, no, caballero, el feminismo ha ganado posiciones pero el sistema tiende al heteropatriarcado. Como puede verse en televisión.
Bueno, el caso es que quizás sobra humor. Hay demasiado humor en la tele, en la radio, en los periódicos, en las peluquerías y en las reuniones de vecinos. A veces hay que tomarse las cosas en serio y no pasa nada. Dejar la risa para los verdaderos profesionales. Que no suelen ser los pintamonas encaramados a un nuevo tertulianismo con marionetas, serviles con los (verdaderamente) poderosos y desdeñosos con los (verdaderamente) rebeldes.
DANIEL SERRANO
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