En plena tormenta reaccionaria, con el presidente estadounidense liberando a violentos de extrema derecha, lanzando al ejército contra los migrantes y aprobando leyes contra la diversidad y el medio ambiente, Hollywood hizo públicas sus preferencias cinematográficas. Y no van nada en la línea del clima cuasifascista del momento.
Para empezar, Emilia Pérez, con sus 13 nominaciones, hace hervir la sangre a las huestes tránsfobas de ultraderecha que vociferan en las redes sociales. Ojo, también es cierto que hay críticas de signo contrario hacia la película dirigida por Jacques Audiard (Paul B. Preciado, el gran filósofo militante de la diversidad, la califica de “racista y tránsfoba” y en México se critican los estereotipos presentes en la cinta) pero es principalmente la extrema derecha trumpista la que ve en el éxito de esta ficción un síntoma evidente de la podredumbre moral de Estados Unidos.
Un mensaje más evidente contra el actual inquilino de la Casa Blanca son las dos nominaciones para The Apprentice, la cruda sátira sobre los comienzos de Donald Trump, cuyo intérprete, el rumano Sebastian Stan, puede hacerse con la estatuilla (si Adrien Brody, Timothée Chalamet, Ralph Fiennes o Colman Domingo se lo permiten).
Tampoco es que las seis nominaciones de Anora (una suerte de historia de ¿amor? entre una joven prostituta y el muy millonario hijo de un oligarca ruso) vayan precisamente en la línea ultraconservadora del momento.
Y la gran favorita, The brutalist, con sus 10 nominaciones, es una obra cuya profundidad artística no creemos que encaje con los gustos de un Donald Trump cuyas referencias cinematográficas se resumen en el trío de “embajadores” que ha nombrado para monitorizar Hollywood: Jon Voight, Mel Gibson y Sylverster Stallone.
Hollywood lleva años siendo un foco de resistencia (muy) izquierdista y Donald Trump en más de una ocasión ha cargado contra estrellas como Lady Gaga o Meryl Streep. A la inversa, hemos visto a Robert de Niro haciendo activismo contra el actual presidente en las mismísimas calles de Nueva York. Hay un odio mutuo perfectamente establecido entre el establishment de la industria del cine y Trump.
Sin embargo, quizá eso pueda cambiar. Hasta hace casi nada se consideraba a oligarcas tecnológicos como Zuckerberg o Tim Cook cercanos al Partido Demócrata. Elon Musk asegura que votaba demócrata antes de su conversión al nazismo celebratorio. Esa “energía masculina” que ha descubierto el inventor de Facebook; ¿calará entre las estrellas de Hollywood?
De momento, los Oscar 2025 son el contrapunto a un mundo que gira hacia la ultraderecha empujado por masas desencantadas con el progreso e intoxicadas por las redes sociales.
Un contrapunto cuyo valor es relativo. Aún con buenos resultados en taquilla, ninguna de las favoritas de este año está a la altura de viejos éxitos cinematográficos de antaño. Y queda claro que Joe Rogan, el podcaster preferido de cierta machosfera, resulta más decisivo a la hora de mover el voto que Zendaya o Timothée Chalamet (quienes, por otra parte, tampoco parecen tan proclives a meterse en la pelea política como sus mayores –George Clooney y compañía-).
Hollywood, de momento, sigue firme en sus convicciones izquierdistas (o, como dicen allí, “liberales”), pero veremos que nos depara el futuro. Quizás Mel Gibson, Jon Voight y Sylvester Stallone logren imponer a ley de Trump y en 2026 la ola reaccionaria llega hasta la gala de los Oscar.
DANIEL SERRANO