Milli Vanilli: el documental

La historia de Milli Vanilli es fascinante. La demostración de cómo, en determinadas industrias, la apariencia cuenta más de lo que quieren hacernos creer. Y cómo ésta búsqueda de beneficio a costa de todo fagocita el talento, dejando víctimas por el camino.

Recordemos: Mili Vanilli fue un dúo musical en el que, tal y como se desvelo para pasmo del público, sus componentes ponían el físico y la cara bonita pero no cantaban.

Estrenado recientemente en el Festival de Tribeca, el documental Milli Vanilli, creado para Paramount+ por Luke Korem, promete descubrir la verdadera historia del dueto a través de entrevistas con todos los protagonistas.

Y es que cada uno tiene su propia versión de la historia. Todd Headlee, el antiguo manager del dúo; el fallecido Sandy Gallin; Ingrid Segeith, la socia y amante de Frank Farian, el productor alemán autor del engaño; los cantantes reales del álbum e incluso Fab Morvan, el único integrante vivo del dueto. Y cada uno tiene sus propias razones para hacer lo que hizo.

 

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¿Cómo surgió Milli Vanilli?

Rob Pilatus y Fabrice Morvan se hicieron amigos durante su juventud en Alemania uniéndose primero por sus desgraciados orígenes y después por su ambición. Su objetivo siempre fue convertirse en superestrellas y terminaron consiguiéndolo, aunque puede que no de la forma que les hubiese gustado.

Todo comenzó con un vinilo que un DJ de Fráncfort envió a Frank Farian, famoso productor musical. La canción que sonaba en él, Girl You Know It’s True, tenía un sonido innnovador, pero la apariencia de los cantantes, los exmilitares, Brad Howell y Charles Shaw, no terminó de convencerle.

 

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Pero eso no fue problema para Farian, que contrató a Pilatus y Morvan para bailar, hacer playback y prestar su imagen a las canciones que él les propusiese. Así se creó Milli Vanilli, un grupo de R&B que recolucionó el mercado internacional. Además de lograr un disco de oro en Alemania,​ fue número 1 en Austria, España y Estados Unidos y ganaron tres premios American Music Awards (AMA) y un Grammy al mejor artista revelación.

Descubrimiento del fraude y caída en desgracia

Pero la mentira tiene las patas muy cortas y pronto se descubrió el engaño. Rob y Fab querían poner su propia voz a su imagen, a lo que Frank respondió descubriendo el pastel. Decepción, demandas, dos carreras destrozadas y la humillación más absoluta al convertirse en los únicos artistas obligados a devolver un Grammy.

 

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Tras un intento fallido de recuperar su viejo éxito, Fab asumió la situación y comenzó a presentar diversos programas de radio, pero Pilatus cayó en una espiral de destrucción, encadenando diversos delitos de vandalismo y asalto que incluo le llevaron varios meses a la cárcel. Así, después del intento de su amigo por desintoxicarle, Pilatus moría finalmente en 1998, debido a una sobredosis de droga.

No hay una sola verdad

“Quería ofrecer a todos la oportunidad de contar su historia y cómo se sienten al respecto ahora”, dice Korem a Variety. “Mucha gente actuó mal. Algunos lo admiten en la película, e incluso Fab admitió que él y Rob aceptaron la mentira”.

 

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Uno de los grandes descubrimientos del documental es el que implica a Mike Greene, de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos, quien recibió un soborno de Farian para que permitiese realizar un playback en la retransmisión de los Grammy de 1990, aunque luego se lavaron las manos obligando al dúo a devolver su premio.

“Es importante ver esta historia desde nuestra perspectiva porque fuimos retratados como los villanos durante mucho tiempo. Nadie quería bajarse de ese tren, este es el negocio de la música pop. El dinero es más importante que los seres humanos”, afirma Morvan en el documental.