Para leer en la piscina / Historias del Kronen

Para leer en la piscina / Historias del Kronen

Nocturno (estival) de Madrid hacia 1994. Las terrazas de la Castellana bullen de personal trasegando cubatas y fluye también la cocaína, es la década feliz que entretiene la siesta viendo Friends en Canal +, unos años de pausa ideológica, happy together como en las comedias de Doris Day, luego vendría el desmoronamiento y la crisis y el regreso triunfal del fascismo al cual hay que denominar de otra manera no sea que se enfaden y nos den con la porra.

Esas terrazas como la de la foto son frecuentadas por lo que entonces se denomina ejecutivos agresivos y, mientras tanto, en Malasaña baila rockanroll la juventud que juega a ser marginal para dormir después la resaca en el césped de la piscina de la urba.

Ese universo veraniego, disipado y frenético es el que Jose Ángel Mañas supo capturar en su novela Historias del Kronen, hito literario que marcó a una generación porque de repente nos veíamos convertidos en personajes de ficción en vez tanto Antonio Gala y sus mujeres maduras yéndose a Estambul.

23 años tenía José Ángel Mañas cuando quedó finalista del premio Nadal con esta obra que se miraba en American Psycho de Bret Easton Ellis pero sin tanta hemoglobina.

Como sucede con todas las novelas morales, Historias del Kronen nos presenta a unos jovencitos disolutos que beben, se drogan, follan y (al final) pagan por sus pecados. O no exactamente. No desvelemos el desenlace, que a mí siempre me ha recordado un poco a Caballo de pica, cruel cuento de Ignacio Aldecoa.

La película estuvo a la altura de las circunstancias. De hecho, la versión cinematográfica de Historias del Kronen (dirigida por Montxo Armendáriz y con Juan Diego Botto, Aitor Merino, Jordi Mollá, Armando del Río, Cayetana Guillén Cuervo) ha ganado con los años. La distancia le proporciona verdad. Esos jóvenes idiotas resumen la idiotez juvenil de todos los tiempos. Aunque ahora sería diferente. Si alguien escribiese sobre la juventud actual (¿escribe alguien sobre la juventud actual?) tendría que abordar la nueva lucha de clases. Ya no son los 90, cuando el capitalismo simulaba que todos éramos iguales, y en las terrazas de la Castellana el ejecutivo agresivo podía compartir jb/cola con el mensaka. Eso sucedía. Ahora no sé si al mensaka le dejan entrar en Pachá o como se llame hoy la discoteca icónica del pijismo madrileño sita en la plaza de Barceló.

Pero a lo que vamos.

La película está bien.

Y encima tiene una deliciosa banda sonora con éxitos indie del momento como el famoso Chup Chup de los Australian Blonde.

La modernidad, ya se sabe, aunque en el número 1 de Los 40 Principales, aquel 1994, confluyeron canciones tan diferentes como Streets of Philadelphia de Bruce Springsteen, Mr Jones de Counting Crows, Tranquilo, majete de Celtas Cortos o Me haces tanto bien de Amistades Peligrosas.

En los bares que frecuentaban los jóvenes personajes de Historias del Kronen no sonaba ninguna de las canciones antes mencionadas. Bueno, quizá más tarde, cuando quedaban con sus hermanos mayores en las terracitas pijas, ahí sí, pero el cuerpo estaba para otros asuntos.

¿Y por qué leer Historias del Kronen en verano?

Porque resulta una excelente aproximación ese tiempo adolescente o juvenil en el que todavía teníamos tres largos meses de asueto por delante y las infinitas posibilidades que otorga el calor de la noche.

José Ángel Mañas escribió una obra maestra. Nos retrató cuando creíamos ser diferentes aunque, al releer su novela, resulta que todo joven es prácticamente idéntico al de antes y al que vendrá. Afirmación esta última que todo joven tiene el deber de despreciar. Cuando fuimos los mejores. Esa añoranza.

DANIEL SERRANO

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