Para leer en la piscina / Un amor

Para leer en la piscina / Un amor

También está ese verano amarillo de la España interior, el calor furioso de los mediodías, silencio y moscas a la hora de la siesta, arrullo de mus con anís arriba en la plaza, en el bar Flor, y la lentitud de agosto. El paisaje rural es bellísimo siempre en las guías de viaje pero la dureza de ese horizonte, la llamada de lo salvaje, nunca deja de estar presente, como una pulsión subterránea que (a veces) irrumpe violentamente. Un amor de Sara Mesa resulta ideal para el tiempo estival por su brevedad. No estoy de acuerdo con quienes dicen que el verano está para leerse Guerra y paz. Hace demasiado calor y hay demasiadas cosas importantes que hacer: comer helados, saltar al agua de la piscina, mirar bien los atardeceres.

Un amor de Sara Mesa son 192 páginas que provocan fortísima inquietud. Su protagonista es una mujer que se instala en un pueblo y allí, en medio de ninguna parte, ha de enfrentarse a un entorno de creciente hostilidad. Hay algo que nos provoca miedo desde el principio de la novela. Esa mujer sola en una casa solitaria, la violencia en los márgenes que se percibe, la amenaza difusa de cada palabra dicha a quien es forastera.

Y resulta muy atractivo, además, que Un amor no sea una novela costumbrista sino que se mueva entre la abstracción y lo real, como un mal sueño que fuera cierto, allí donde el campo es también escombrera y se vallan las propiedades utilizando viejos somiéres oxidados.

Hubo unanimidad, en su momento, sobre la grandísima calidad literaria de Un amor, cuando se publicó en 2020. También hubo a quien no le gustó tanto. Así que acuda el lector a esta novela, aprovechando que son vacaciones, y juzgue libremente.

Mientras tanto, Isabel Coixet prepara la adaptación al cine, que va a estar protagonizada por Laia Costa y Hovik Keuchkerian. Yo creo que, si se miden bien los ingredientes, la película puede superar al libro. Pero no hay que comparar, que las comparaciones resultan muy feas.

El caso es que siempre resulta grato hallar novelas que no estén ambientadas en París o Nueva York sino, mejor, en un pueblo inventado como el de Sara Mesa. Lo que usted, escritor o escritora de best-sellers nacido en la península ibérica, sepa de Nueva York o París tiende a cero en lo que a interés se refiere.

Sara Mesa deja en Un amor muchas preguntas por responder. Y eso también es literatura. No todas las novelas contienen todas las respuestas. De hecho, la buena literatura es aquella en la que (un poco) hay que llenar los huecos. No exijamos al autor que nos enuncie todo como si fuera el listín telefónico.

Así que, como decíamos al principio, también están los veranos de luna redonda sobre la planicie cuyo trigo está segado, el viento caliente de la noche, los cipreses en el camino al cementerio, el alivio del agua turbia que queda en el río, a lado de una lavadora que alguien arrojó. El silbido del viento en los chopos nos cura de tanta desolación.

DANIEL SERRANO

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