¿Qué pasa con Joaquín Sabina?

Resulta que con motivo de la promoción de Sintiéndolo mucho, documental dirigido por Fernando León de Aranoa sobre la vida loca de Joaquín Sabina, se ha revelado el cantautor como un converso que reniega de veleidades izquierdistas de antaño. “Ahora ya no soy tanto de izquierdas porque tengo ojos y oídos para ver lo que está pasando” es el titular que han recogido diferentes diarios. Estas declaraciones, sumadas a la decisión de guillotinar a Pancho Varona (el guitarrista y coautor de un buen número de grandes canciones sabinianas está excluido de la gira en marcha), han sumido en la melancolía a fans de todas las edades.

¿Qué le pasa a Joaquín? Eso se preguntan quienes no conocen que, en fin, la edad y las vicisitudes de la vida pueden cambiarnos, no hay otra explicación, y a veces el mundo nos supera.

Ya le confesó a Antonio Lucas: “El siglo XXI me toca los cojones”.

“Envejecer es una puta mierda” es otra frase que define lo que a Joaquín Sabina le sucede.

Lo de Pancho Varona es otra cosa. Joaquín Sabina ha optado por quedarse del lado de Antonio García de Diego (su otro músico de guardia y fiel soldado durante años) en la disputa que ha generado la ruptura del grupo de tributo con el que Varona / de Diego hacían bolos cuando Sabina descansaba.

Resumiendo: Antonio García de Diego y Pancho Varona se han peleado y los dos no cabían en la banda de Sabina y el jefe ha tenido que tomar una decisión.

(Aunque puede que, incluso, haya razones más profundas para ese divorcio profesional: Varona no asumió que Alejo Stivel tomara el mando en la producción de 19 años y 500 noches y después, pasado el tiempo, fue fusilado en la gira con Serrat del disco La orquesta del Titanic -no se le convocó-. Súmense acusaciones -al parecer muy fundadas- de excesos a la hora de exprimir los réditos de ser uno de los músicos más próximos a Sabina).

Queda Leiva, que aporta su talento al nuevo Joaquín Sabina, quien habla más lento pero continúa ejerciendo de incombustible poeta canalla.

Y, sin embargo, nos da un poco de pena este fin de fiesta, tan poco Pastillas para no soñar y tan Peces de ciudad.

Los columnistas de la derecha afilan sus lápices complacidos. Sabina (taurino, fumador, antiprogre) es de los nuestros. Eso musitan.

No exactamente.

Sabina es universal. Le seguiremos queriendo. Como a ese abuelo cascarrabias que rezonga ante un mundo que se le escapa, que no acaba de entender. Da lo mismo. Lo importante es que sus canciones siguen siendo inmensas.