Perdidos supuso un antes y un después en lo que a consumo de series se refiere. Todavía no había comenzado la era del streaming, pero la ficción de J.J.Abrams, que se emitió entre 2004 y 2010, congregaba a millones de espectadores cada semana, que comentaban los capítulos y elaboraban posibles teorías creando una experiencia comunitaria nunca vista hasta el momento.
Sin embargo, parece que no era todo tan idílico como pudiera parecer. Vanity Fair ha publicado en exclusiva un extenso fragmento del nuevo libro de la periodista Maureen Ryan titulado Burn It Down, en el que varias personas que trabajaron en la serie hablan de comportamientos racistas y ambiente tóxico durante el rodaje.
Actores y guionistas de Perdidos rememoran de comentarios racistas muy subidos de tono, diferencias salariales muy notables y una clara diferencia entre los personajes blancos y el resto.
Desigualdad salarial
Un actor anónimo, al que Ryan llama Sloan, asegura en el libro que, al principio, el reparto se encontraba muy unido, pero el dinero acabó por romber esta cohesión (como tantas otras veces).
Por su parte, Harold Perrineau, que interpretaba a Michael Dawson en la serie, lo corrobora y afirma que existía una gran desigualdad salarial entre los actores blancos y los demás. Al principio intentaron llegar a un acuerdo similar al de Friends, por el que todos los protagonistas cobrarían lo mismo, pero todo saltó por los aires cuando ofrecieron mucho más dinero a los actores blancos, que terminaron por desvincularse del acuerdo.
El polémico despido de Harold Perrineau
Es posible que recuerdes a Michael Dawson de la primera temporada de la serie. Viajaba junto a su hijo y su perro en el avión siniestrado pero, de repente, desapareció de la trama sin dejar rastro y sin terminar de cerrar las tramas relacionadas con su personaje. Y ahora sabemos por qué.
Según Vanity Fair, el actor afirmó a Maureen Ryan que estaba “bastante claro que yo era el tío negro. Daniel [Dae Kim] era el tío asiático. Y después estaban Jack, Kate y Sawyer”, pero según uno de los productores, eso era porque era fácil reconocerse en personajes como Locke, Jack, Kate o Sawyer, ya que “esta es la forma en la que la audiencia sigue las historias”.
Todo saltó por los aires cuando la trama hizo desaparecer misteriosamente al hijo del personaje de Perrineau, ya que en el guion ni él mismo parecía preocupado por este hecho. “No puedo ser otra persona más que no se preocupa por un niño negro desaparecido, ni siquiera en el contexto de una ficción”, afirma Perrineau: “Aquello solo promovía la narrativa de que a nadie le preocupan los niños negros, ni siquiera a los padres negros”.
Tras esta queja, la respuesta fue su despido fulminante. “Yo sólo pedía igualdad”, se queja el actor en el libro.
La sala de guionistas, territorio minado
Pero no sólo se vivían escenas racistas en el set de rodaje. La sala de guionistas no estaba mucho mejor. Monica Owusu-Breen, guionista en la tercera temporada, afirma que llamaban “coreano” al único guionista asiático de la producción en lugar de dirigirse a él por su nombre, y que tuvo que escuchar varios comentarios racistas, como cuando un guionista le dijo a un compañero que iba a adoptar a un niño asiático, a lo que el otro le contestó que “ningún abuelo quiere un nieto con los ojos rasgados”.
La guionista también describe otros momentos, como cuando tuvieron que escribir la muerte de otro personaje, el Señor Eko (Adewale Akinnuoye-Agbaje). Carlton Cuse, uno de los máximos responsables de la serie, dijo algo como “Quiero colgarlo del árbol más alto. Dios, ojalá pudiéramos cortarle el pene y metérselo por la garganta”.
Pero Owusu-Breen no está sola. Javier Grillo-Marxuach, otro guionista, tuvo que abandonar la ficción tras la segunda entrega por el ambiente tóxico que reinaba en la sala de guionistas, describiéndola como un “ecosistema predatorio con su propia fauna carnívora”.
Damon Lindelof y Carlton Cuse responden
En Vanity Fair también se recogen las reacciones de Lindelof y Cuse, que aseguran sentirse consternados por estas declaraciones y no haber sido conscientes en su momento de lo que estaba ocurriendo. “No quiero decir que no pasaran. Solo digo que me deja estupefacto que pasaran y que los presenciara o los dijera. Pensar que salieron de mi boca o de boca de gente que aún considero amiga me descoloca“, asegura Lindelof.
Cuse, por su parte, ha compartido un comunicado respondiendo también a los supuestos comentarios ofensivos que se dieron en el rodaje: “Me arrepiento de que cualquiera en Perdidos tuviera que escucharlos. Fuero profundamente insensibles, inapropiados y ofensivos“.
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