Tom Sizemore: el actor que pudo reinar

Quienes le conocían, decían que era raro que hubiera llegado a los 61 años. Tom Sizemore tuvo una vida de excesos, vicio, fiesta y más excesos, la cual no le impidió participar en algunas de las mejores películas de finales de siglo XX.

Eso sí, cuesta creer que ya hayan pasado más de dos años desde que falleció (3 de marzo de 2023). El tiempo pasa volando y el bueno de Tom lo sabía y aprovechó cada minuto de la suya para celebrarlo como él estimaba oportuno.

Su legado implica una biografía controvertida y una filmografía en la que supo imponer su presencia carismática: Asesinos natos, Amor a quemarropa, Heat, Salvar al soldado Ryan o Black Hawk derribado son algunos de los títulos que acreditan el nivel que alcanzó a finales de los 90. Y es que el actor llegó a trabajar a las órdenes de genios como Steven Spielberg, Oliver Stone, Martin Scorsese, Ridley Scott o Michael Mann, y todos ellos cayeron rendidos a su talento, aunque también hastiados de sus excesos.

Curiosamente, fue un aneurisma cerebral el que se llevó la vida del actor. Una dolencia que le tuvo 15 días peleando por su vida en Los Ángeles, hasta que finalmente el sueño eterno se impuso a sus ganas de seguir celebrando la vida. Eso sí, la familia optó por desconectarle tras una quincena ingresado, pues Tom Sizemore se agarraba al fino hilo que le mantenía pegado al mundo de los vivos. Siempre le gustó vivir al límite y también optó por morir de esa manera.

Se ina así un actor de carácter, que apuntaba mucho más alto de lo que realmente llegó, a pesar de que en la década de los 90 participó en proyectos de lo más interesantes, alcanzando su cénit en Salvar al Soldado Ryan (1998), Pearl Harbor y Black Hawk Derribado (2001). 

Pero la llegada del siglo XXI fue criminal (nunca mejor dicho) para un actor que pasó a ser más conocido por sus excesos, adicciones y polémicas que por sus trabajos. En 2005 se hizo público un vídeo de contenido explícito y bastante sórdido que detalla una vida de exceso permanente. Pero lo peor llegaría pocos años despúes, cuando Tom Sizemore fue juzgado y condenado por posesión de sustancias, conducir bajos los efectos de sustancias no permitidas y violencia doméstica en varias ocasiones, lo que le llevó, incluso, a pasar por la cárcel.

Pudo ser una estrella, uno de esos intérpretes volcánicos en la línea de James Gandolfini, pero el lado oscuro le abdujo y sus últimos años no fueron cinematográficamente brillantes. Admitamos, no obstante, que en aquellos maravillosos 90, cuando Tom Sizemore aparecía en pantalla, la tensión crecía y el público se veía obligado a observarle, aunque fuera en pequeños papeles como los de Amor a quemarropa o Días extraños.

Un actor que daba miedo. En el cine y, al parecer, también en la vida real.