Cantaba Silvio Rodríguez: “Al final de este viaje en la vida quedarán / nuestros cuerpos tendidos al sol / como sábanas blancas después del amor”. Me vienen a la memoria (inopinadamente) esos versos mientras leo Ensayo general de Milena Busquets, cuyas páginas contienen los veranos de Cadaqués aunque también la melancolía de los otoños que nunca regresarán y un mapa incierto de la cotidiana búsqueda de la felicidad.
Es este un magnífico libro para introducir en nuestro equipaje y dirigirnos a la playa más distante, al faro del fin del mundo en el que soñaremos con no volver nunca.
Milena Busquets nos sedujo fulminantemente cuado publicó También esto pasará y continúa enamorandonos mientras anota el relato de su propia existencia, capítulo tras capítulo, de Cadaqués a las esquinas ventosas de Barcelona en los días fríos, recordando a su madre, insistiendo en la contemplación del paso del tiempo. Escribe: “No volveré a recorrer las calles como si el mundo fuera mío”. Pero también: “Me quedan los viajes con mis hijos y la lectura”.
Hacerse mayor es una lata, reconozcámoslo, pero siempre quedarán (efectivamente) los viajes, las noches de verano mirando a la oscuridad del mar, la brisa moviendo las buganvillas de algún jardín, aromando de felicidad el sopor de la canícula. Llega el tiempo de las vacaciones (para quien pueda disfrutarlas) y Milena Busquets resulta una lectura absolutamente apropiada.
Ejecuta Milena Busquets un obsesivo autorretrato en Ensayo general pero también retrata gozosamente a quienes pasan por su vida.
Burgueses dichosos que disfrutan del dolce far niente, amantes cuyo horizonte vital es “follar y jugar al tenis”, esa madre (Esther Tusquets, mito cultural de la Cataluña de la Transición) omnipresente, la prole caminando hacia su destino vital, la gente que merece la pena y la gente que merece desprecio.
En uno de los capítulos más descarnados del libro escribe Milena Busquets: “Creo que mi madre no me quería”. Indaga al respecto y vuelve a aproximarnos a esa incógnita irresoluble que a todos nos alcanza: nunca conocemos del todo a nadie, ni siquiera a nuestro ser más querido. Al otro lado de la cama hay alguien que piensa en secreto laberínticos enigmas..
Pero nadie sospeche que Ensayo general es un libro triste. Ni muchísimo menos. O, más bien, todo lo contrario. Milena Busquets, aunque aborde cuestiones dolorosas, logra transmitir una pasión por la vida que nos estimula e ilumina.
Sus textos siempre contienen humor, resultan elegantes y están escritos magníficamente, con un estilo de complejísima levedad.
Y siempre regresa a Cadaqués, ese lugar habitado por los fantasmas de otros tiempos, el mismo mar de todos los veranos (podríamos decir), el sueño de una huida, las noches adolescentes al borde del mar.
Nos gusta Ensayo general y recomendamos que viaje en la maleta que nos acompañará en estas anchas jornadas de larguísimas sobremesas y aún más prolongadas siestas, ese tiempo de cegadores mediodías y noches inacabables.
Del calor infernal y el turismo desaforado mejor nos olvidamos.
A veces conviene mirar el lado bonito de las cosas.
Eso suele hacer Milena Busquets y es la razón (o una de las razones) por la que nos gusta tanto.
DANIEL SERRANO
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