La primera vez que vimos a Indiana Jones

La primera vez que vimos a Indiana Jones

Indiana Jones se despide de ustedes. Los héroes (ya lo aprendimos) también envejecen. En busca del arca perdida se estrenó en 1981. Éramos niños asombrados en el patio de butacas, el mundo era feliz atravesando una guerra fría que declinaba y en los cromos salía Quini. O sea, que ha pasado mucho tiempo desde aquella primera vez. Desde todas las primeras veces.

Iba a escribir varios tópicos sólidos sobre el fabuloso talento de Steven Spielberg pero para qué.

1981. Joder, parece que fue ayer, no se crean. Luego ganó Felipe González las elecciones y el helicóptero de Tulipán aterrizaba en la tele todas las tardes para repartir bocadillos de chorizo Revilla en las barriadas españolas. “De estos me comía cinco” aseguraba un mastuerzo con camisa de ir ya, con trece años, a las boités a fumar Winston.

La publicidad sí que era nutritiva en aquellos tiempos.

Pero hablemos de cine.

Para las niñas y niños de 1981 asistir a la presentación en sociedad de Indiana Jones supuso circular durante una hora y cincuenta y cinco minutos por una montaña rusa cinematográfica donde confluían Las minas del rey Salomón, Horizontes perdidos, La momia y Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta.

Todo el tecnicolor de otra época con los efectos especiales de George Lucas.

Y Harrison Ford, en su rudeza de puñetazo recio, aportaba a su galán heróico un aire de fragilidad en alguno de los ángulos de su personaje.

Y Karen Allen tumbaba a los veteranos bebiendo vodka.

Y el fabuloso desenlace, gran festival de fuegos artificiales con un epílogo misterioso, un enigma inacabado.

Lo fascinante de aquel primer encuentro con Indiana Jones es que no sabíamos lo que íbamos a encontrarnos.

Después vino Indiana Jones y el templo maldito (1984), tan oscura e hipnótica, título de culto a reivindicar.

Aceptamos Indiana Jones y la última cruzada (1989) e Indiana Jones y la calavera de cristal (2008) como entretenimientos cargados de nostalgia por todo lo perdido. Ya nada era igual y Spielberg no pudo repetir el milagro.

Y ahora llega Indiana Jones and the Dial of Destiny, dirigida por James Mangold, a quien se encomienda lograr lo que no pudo Spielberg. Que Indy vuelva a emocionarnos. James Mangold es el autor de la fabulosa Copland pero también firmó Noche y día con Cameron Díaz y Tom Cruise. Así que vaya usted a saber.

Volveremos a las salas de cine con la esperanza de reencontrarnos con el niño de rodillas sucias que fuimos, sonriendo frente a la pantalla donde un héroe con sombrero huía de los nazis por selvas y cuevas repletas de esqueletos y serpientes. El paraíso perdido, ya se sabe. Para eso está el cine. Para recobrar la infancia de vez en cuando.

DANIEL SERRANO

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