Libros en la maleta / ‘Los Escorpiones’

Libros en la maleta / ‘Los Escorpiones’

¿Y qué hago yo recomendando Los escorpiones de Sara Barquinero si (realmente) no me ha convencido como pieza literaria? Pues porque yo soy yo y mis contradicciones, y añádase que no estoy seguro del todo de haber perdido el tiempo con las 800 páginas de este novelón que ha sido comparado con Cervantes, David Foster Wallace o Don DeLillo y a mí se me asemeja, como mucho, a Stephen King. Dejen que respire después de la larguísima frase anterior. Y vayamos por partes.

Los escorpiones es una novela de terror con un interesante componente generacional a la que le sobran unos cuantos cientos de páginas. Tiene un par de buenos momentos en los que te hace pasar verdadero miedo. También algunos personajes cuyo tratamiento inicial resulta interesante. Y claves sobre una vida juvenil en el alambre, atada a lo precario, en la búsqueda incesante de asideros frente a una realidad confusa, formada por mundos líquidos y mentiras que se propagan por las redes.

El problema es que se decidió promocionar como una obra maestra absoluta con tan poca mesura que uno, harto de páginas y páginas inanes que una buena edición tendría que haber recomendado eliminar, acaba francamente cabreado.

Claro que puede ser cosa mía porque aplausos no le han faltado a Sara Barquinero, saludada como la gran autora en español que el siglo XXI necesitaba.

Yo le deseo lo mejor y, ya digo, recomiendo que ustedes busquen Los escorpiones en su librería de guardia, la metan en la maleta y juzguen.

También celebro que haya controversia y debates literarios, no todo van a ser cariñitos a cambio de canapés con motivo de la Feria del Libro o Sant Jordi.

Me hubiera gustado, por otra parte, que algún crítico que yo me sé hubiera leído Los escorpiones antes de ejecutar un elogio del hype tan burdo como cuando decimos que la úlitma serie de Netflix es la mejor de la historia desde Los Soprano.

En fin.

Los escorpiones desarrolla una larguísima y laberíntica trama que va de los años 20 y 30 del siglo XX  a la actualidad, de Italia a Madrid y Barcelona pasando por Nueva Orleans, donde juraría que en un párrafo la autora pone a sacudirse la nieve del abrigo a un personaje y que yo sepa no es muy habitual que en Nueva Orleans nieve.

Pero, claro, si nadie revisa seriamente el texto suceden cosas así. O tal vez sean imaginaciones mías porque confieso que he tenido que hacer un inmenso esfuerzo para acabar este libro y quizá sufrí alguna alucinación literaria.

El caso es que la historia empieza bien, funciona esa narración en presente, inquieta la exploración solitaria de los lugares lúgubres que emprenden los personajes, resulta desasosegante ese episodio rural con perro, drogas y un asedio difuso. Claro que luego entramos en la parte italiana o estadounidense y ahí ya, sinceramente, todo es reiteración y vacío. O sea, funciona bien mientras los escenarios son pisos de estudiante y ágoras macabras para adolescentes de la era virtual y no funciona en absoluto cuando comienzan las fiestas de máscaras a lo Eyes Wide Shut. Creo yo. Pero no se fíen. Llévense de vacaciones Los escorpiones. El verano es para las novelas largas.

Y añado algo más: voy a buscar todo lo que publique o haya publicado Sara Barquinero para leérmelo porque tengo que estar profundamente equivocado si a tantísimas personas que admiro les ha gustado Los escorpiones.

Ah, y la alusión a Stephen King del principio no era despectiva, por supuesto. Stephen King es un genio. Que más quisiera cualquier escritor o escritora que aproximarse a él.

Lean Los escorpiones y luego hablamos.

DANIEL SERRANO

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