Momentos estelares en la piscina / Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, 1979

Momentos estelares en la piscina / Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, 1979

No se comprende a Gunilla Von Bismarck y a Luis Ortiz sin el reflejo azul de una piscina porque ellos son de cuando las piscinas eran cosa de ricos y los pobres, como mucho, acudían al Parque Sindical a tirarse a bomba. Estamos hablando del pleistoceno de Marbella, territorio mítico congelado en un hedor de buganvillas sudadas, al caer la noche abrasadora. Gunilla llegó a la Costa del Sol desde su Alemania natal y allí se quedó para siempre, bailando en la discoteca de Olivia Valere. La foto es de 1979, año de las primeras elecciones generales en España y también del regreso de Jomeini a Irán para instaurar el régimen de los ayatolás. Aquí ganó Adolfo Suárez aunque sospechamos que ni Gunilla ni su santo fueron a votar ya que seguramente el día anterior habían salido.

La piscina de mansión marbellí, en realidad, casi no se usa. Los ricos, acostumbrados a tener piscina de uso privativo desde su más tierna infancia, desprecian el agua de la pileta. Una persona humilde, sin embargo, en cuanto ve una piscina allá que se lanza, es como una obsesión en este país de secano, un signo de ese origen segador que tenemos algunos, esa vínculo con la España interior cuyo agua para remojarse se resumía en pozas marrones donde meter los pies.

Pero volvamos a Gunilla y Luis, la pareja eternamente feliz de Marbella. Gunilla Von Bismarck nació el 23 de noviembre de 1949 en Friedrichsruh, Aumühle, Alemania, según consta en la Wikipedia, y es bisnieta del conocido Otto Von Bismarck, que reunificó Alemania allá por el siglo XIX. Luis Ortiz era un jovencito crápula de buena familia que montó un grupo de juerguistas conocido como Los Choris, una pandilla que fue la sensación en los 50 y 60, de guateque en guateque. Gunilla y Luis se conocieron, se casaron, se divorciaron, siguieron viviendo juntos y hasta hoy, sin tocar la piscina.

En La Vanguardia daban, hace poco, la noticia de la reaparición de la pareja (con motivo del 70 aniversario del Marbella Club -ver foto inferior-) y detallaban el precario estado de salud de Luis Ortiz, aquejado de un cáncer de próstata. Dicen que ya no sale. Ambos siguen conviviendo y continúan, a pesar de los pesares, transmitiendo pura felicidad en cuanto irrumpen en la sala.

El verano eterno de Marbella es el que eligieron Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz como forma de vida, un verano de jazmines y fiestas en jardines secretos, con la luz de la montaña dorando los amaneceres.

La Marbella que fundaron gente como Gunilla ya no existe, o sí, porque siempre fue una bella mentira, aunque hoy es distinto y las bandas se disparan en Puerto Banús y los yates pierden lustre aparcados bajo apartamentos baratos.

Qué más da.

Siempre quedará la piscina como refugio ante todo mal, sumergidos en el agua clorada (o salina, en el caso de las más avanzadas piletas) volvemos a ser los peces alados que una vez abandonaron los océanos para subirse a un árbol, hace millones de años.

Todo es más sencillo en el frescor azul de la piscina.

Y el verano cobra sentido.

DANIEL SERRANO

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