Para leer en la piscina / Bajo el volcán

Para leer en la piscina / Bajo el volcán

Se autorretrató Malcolm Lowry en un poético delirio alcohólico titulado Bajo el volcán. Su lectura es una experiencia que emborracha e, incluso, puede provocar resaca. Se recomienda consumir en cantidades cortas. O tendiendo al exceso, como si de una bacanal se tratase. Allá cada cual.

Lo que comenzó como un relato corto fue ampliándose y Malcolm Lowry llegó a planear una trilogía pero, finalmente, quedó este largo relato de un Día de Muertos en el México profundo.

Un cónsul caído en desgracia bebe y elucubra por los caminos polvorientos, visita los lugares de disipación, se asoma a las mansiones y contempla su pequeño universo mientras la bebida le conduce a un lugar de no retorno.

Es curioso porque los libros o las películas que hablan de alcoholismo suelen dar ganas de beber. A mí me sucede con Días de vino y rosas.

Pero a lo que vamos.

Bajo el volcán es un excelente cóctel veraniego.

Hubo en 1984 una adaptación al cine firmada por John Huston. El resultado divide a la crítica. Queda el carisma de su protagonistas. Albert Finney y Jacqueline Bisset.

Pero para entender Bajo el volcán hay que conocer la vida excesiva de su autor, Malcolm Lowry, quien ejerció trabajos diplomáticos en Latinoamérica y amó a su mujer con exceso pero descuidando la relación por su aún mayor adoración por el alcohol. Finalmente, ella, Jan Gabrial, le abandonó en Cuernavaca, donde residían en el Hotel Gran Casino. Malcolm Lowry vagó durante unos años por las cantinas selváticas mexicanas, absolutamente extraviado por la bebida, pero sobrevivió a ello y escribió con todo ese material su obra maestra.

No hay moralismo alguno en Bajo el volcán, sino un descenso a las profundidades de la intoxicación.

Allí donde creemos estar en paz.

Malcolm Lowry apenas publicó en vida. Una novela de juventud, Ultramar, y en 1947 se lanzó una primera versión de Bajo el volcán. La reescribió varias veces.

El amor volvió a su vida con Margerie Bonner, su segunda esposa, con quien vivió en Canadá y en Reino Unido. Siguió bebiendo y desintoxicándose en un ciclo inacabable, y con 47 años se suicidó con barbitúricos.

Fin trágico de una existencia trágica.

Y, sin embargo, Bajo el volcán no contiene solamente drama. Todo lo contrario. Hay ironía y ternura.

No es un drama al uso.

No es una pieza literaria convencional.

E, incluso, no es apta para todos los gustos.

Pero si se logra penetrar en el relato, dejarse llevar por sus patéticos personajes, el goce de la lectura está asegurado. Bajo el volcán resulta también una buena forma de viajar. A un México con volcanes y expatriados que miran los lagartos y se pierden en laberintos de tequila.

Una estupenda novela no precisamente ligera pero sí adecuada para quienes busquen algo diferente. No todo va a ser pura evasión y novela histórica con romanos.

DANIEL SERRANO

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