Para leer en la piscina / Viaje en autobús

Para leer en la piscina / Viaje en autobús

Josep Pla tenía 45 años cuando publicó Viaje en Autobúsuna de las pocas novelas que el autor catalán escribiría en castellano. El motivo era obvio, en una década de los 40 que dejaba un país asolado por la guerra, con una dictadura por delante y muchos fantasmas por detrás.

En ese contexto, un hombre como Josep Pla parecía algo anacrónico. Un tipo culto, complejo, viajado, contemporáneo y muy pegado a la actualidad internacional que, sin embargo, gustaba y consumía como nadie las tradiciones de una vida sencilla y rústica. Obviamente, éste era uno de los muchos encantos de la obra del autor gerundense.

Josep Pla combinaba como nadie la fina ironía, la narrativa más elegante y los análisis más profundos, con la prosa más rancia que referenciaba al paletismo ilustrado que durante años reinó en un país que presumía de ello. El contraste para alguien que estuvo a la altura de Willy Fog en cuanto a viajes, debía ser tan frustrante como inspiradora a la hora de crear historias. Y, precisamente, Viaje en Autobús es una de las que mejor describe esta dualidad que era la vida de Josep Pla.

Publicado en 1942, no es aventurado decir que Viaje en Autobús es una de las obras más reseñables de posguerra. Un delicioso diario de a bordo en el que Josep Pla detalló, con una exquisitez casi insultante para los descritos, sus andanzas en una ruta inolvidable por pequeños municipios de la costa catalana.

La obra combina con una precisión milimétrica las reflexiones personales del autor, con las vivencias que implica un viaje como éste, en el que comerciantes, agricultores o camareros son los obvios coprotagonistas de la historia. De hecho, la figura de Albert Pla, más que asumir el protagonismo de la historia, disfruta ejerciendo como narrador omnisciente que deja al resto de invitados brillar en la medida que sus propias circunstancias se lo permiten.

Es más, incluso llega a transcribir conversaciones de las que no formó parte pero sí escuchó, asimiló y compartió. La vida misma. Un viaje al corazón de una España rota, dividida y desolada, como era la de los años 40 pero que mantenía esa esencia rural que aún impregnaría a todo el país durante el siglo XX.

Un viaje de 100 kilómetros en los que el lector disfrutará de una inesperada mezcla de poesía, humor y una naturalidad y cercanía que no impide a Josep Plá incluir temas profundos y elevados en algunos de sus encuentros.

Encuentros que se suceden sin solución de continuidad y que dibujan los trazos de un genio que, consciente de serlo, no pretende hacer gala de ello. Pues si algo deja claro Josep Pla en Viaje en Autobús, es que está más cerca de ese agricultor que apenas saber contar, que de los sibaritas de alta alcurnia que se encontraba en sus innumerables viajes al extranjero.

Que nadie se deje engañar por el título tradicionalista y sencillo, Viajar en Autobús es una obra profunda que, además, ya se puede leer sin los fragmentos no autorizados por la censura franquista. ¿O es que acaso alguien ha olvidado el contexto en el que se escribe esta obra maestra?

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