Playas de leyenda / Pasolini en Ostia

Playas de leyenda / Pasolini en Ostia

Aquí, en Ostia, donde los bañistas alivian la infernal canícula romana cada verano, apareció una madrugada de 1975 el cuerpo destrozado de Pier Paolo Pasolini. Quien fuera genial figura de la cinematografía italiana (Teorema, El Decamerón, Saló…) e intelectual heterodoxo de la izquierda solía transitar senderos oscuros en busca de sus “chicos del arroyo”. Alguien (¿o quizás un grupo organizado?) golpeó a Pasolini con tal violencia que su cuerpo convertido en un amasijo informe asombró a los gendarmes. Se detuvo a un delincuente de poca monta pero jamás cesó la sospecha de que pudiera tratarse de un asesinato político. No en vano a Pasolini le aborrecía la extrema derecha, tan activa en aquellos años. Tampoco cierta progresía del 68 lograba comprender las razones de este artista y pensador que lo mismo exhibía su homosexualidad y fe marxista sin tapujos que arremetía en sus artículos contra el aborto.

Contradictorio y genial, Pasolini murió y quedó su leyenda, para siempre.

También un monumento feo en Ostia, a donde algunos poetas acuden a dejar flores.

Nani Moretti rindió homenaje a Pasolini haciendo el trayecto desde Roma hasta la playa de Ostia en su motocicleta. Es una de las secuencias más emocionantes de Caro Diario.

En un pinar cercano la mafia quemaba los cadáveres de sus enemigos.

Ostia, en los 70, eran ratas, descampados y pinares que servían de crematorios.

Hoy es un paisaje turístico como tantos en el Mediterráneo.

Ostia se ha convertido en un destino turístico masificado, algo que repele al viajero sofisticado pero que a Pasolini seguramente le agradaría. Él amaba lo popular y se divertía observando los placeres sencillos de la gente sencilla. Darse un baño en el agua sucia del Mediterráneo, reír, escuchar música, bailar sobre la arena. Escribió La larga carretera de arena, un reportaje a través de las diversas playas italianas.

A Ostia, sin embargo, no acudió a mirar el mar.

Su última noche fue, suponen quienes le conocieron, una búsqueda en los márgenes, un recorrido más por ese mundo de sombras que tanto le atraía.

El sexo casual y callejero le provocaba fascinación.

Y, a la vez, no renunciaba a un fondo de catolicismo que le llevó a dirigir El evangelio según San Mateo. Película que, quizás, es la más perfecta y hermosa pieza sobre la vida de Jesucristo.

Visitar Ostia tras el rastro de Pasolini resulta un reto literario aunque es mucho mejor ver sus películas, leer sus textos y (después) tal vez sumergirnos en ese Mediterréano, mar cansado que continúa purificándonos. Aunque lo maltratemos y en sus profundidades permanezcan sumergido el dolor de los migrantes que se ahogan en su travesía.

Pasolini en Ostia es el nombre de una tragedia que nunca podrá olvidarse.

El mar, no obstante, sigue ahí. Rompen las olas y hay helados que se derriten en la mano de un niño.

La vida continúa.

El horizonte azul, al atardecer, se pinta de rojo y mañana será otro día.

DANIEL SERRANO

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