Vacaciones de antaño / Torremolinos Mon Amour

Vacaciones de antaño / Torremolinos Mon Amour

Ava Gadrner se bañaba en Torremolinos, localidad que entonces alternaba la alpargata y el burro con las noches de orquesta en el jardín bajo la sombra de las plantas tropicales del hotel Pez Espada. A sotavento o barlovento (lo mismo da) navegaban Torremolinos estrellas venidas de todas latitudes: Anthony Quinn, Jean Cocteau, la princesa Soraya, Claudia Cardinale y el mismísimo Frank Sinatra, que escupió encima de un retrato de Franco en comisaría y fue expulsado de España. Eran las décadas de los 50 y 60. Luego llegó el influjo hippy que Juan Goytisolo resumió en su novela La isla y el estadounidense James A. Michener internacionalizó en Hijos de Torremolinos, otro clásico literario (y hay un buen puñado) sobre ese rincón de la costa malagueña que luego se devaluó para ahora, en los últimos años, asumir su enésima resurrección.

Torremolinos fue hippy, ciudad pionera del ocio gay y luego ya se convirtió en icono de un turismo de masas que no ha abandonado su querencia por los ardores de este enclave cuyo horizonte azul resulta hipnótico.

El Torremolinos de antaño tenía mucho glamour y Tom Jones actuaba en Barbarela (sic) , sala mítica de la Costa del Sol. Quizá la cercana Marbella fuese algo más sofisticada pero la juerga en esta ciudad del pecado no acababa nunca, y las discotecas proliferaron y hubo una famosa redada en 1971 que trató de disciplinar el pasaje Begoña, donde acudía el público gay, pero no hubo manera. La noche en Torremolinos siguió.

Torremolinos era un destino moderno, chic, juvenil.

Y todavía hay quien visita Torremolinos buscando ese pasado, haciendo arqueología sentimental de aquella postal con colores pastel tan feliz, cuando todavía (incluso) quedaba terreno sin urbanizar.

Existe una película de 1967 titulada Días de viejo color que contiene la esencia de aquel Torremolinos cosmopolita, hippy y bohemio. La dirigió Pedro Olea con guion de Antonio Giménez Rico y sale Aute haciendo de músico callejero que toca la guitarra en francés y el pintor Manuel Viola disparatando con sus pinceles en una fiesta psicodélica pintando entre efluvios de anís.

Ah, aquel Torremolinos.

El Noche y día fue uno de los primeros drugstore de España. Un establecimiento abierto 24 horas para comprar las cosas más diversas. Abrió sus puertas en los 70 y ahí continúa.

También, si de cine hablamos, está Torremolinos 73, fabulosa comedia triste dirigida por Pablo Berger e interpretada por Candela Peña, Javier Cámara, Juan Diego. Ingmar Bergman y Mads Mikkelsen cuando este actor danés era prácticamente un desconocido. Corría el año 2003 y todavía no había tenido éxitos internacionales como la serie Hannibal o ese magnífico elogio de la ebriedad titulado Otra ronda.

Hasta hoy el sol de Torremolinos ha sido un gran reclamo para cineastas con ganas de adentrarse en un territorio entre lo kitsch y lo mítico. Aquí se rodó El turismo es un gran invento allá por 1968 y se cimentó la leyenda (machista) de las suecas.

El pasado resulta fascinante pero en Torremolinos, señoras y caballeros, continúa la fiesta. Y la belleza de su mar, al atardecer, permanece incólume.

DANIEL SERRANO

Imágenes: Gtres y @torremolinoschic

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