El Ministerio del Tiempo

Una de las grandes (y más arriesgadas) apuestas de la ficción española en los últimos años. Ficción, historia, humor y acción, combinado a la perfección en esta serie de TVE en la que tres agentes de tres épocas diferentes intentarán conseguir que el pasado no cambie.
Cada capítulo es una aventura y un viaje a un punto muy concreto de la historia de España. La Guerra de la Independencia, la etapa del Lazarillo de Tormes, la de Lope de Vega, la Inquisición en el siglo XV, incluso la residencia de estudiantes donde el poeta Federico García Lorca se reunía con sus amigos artistas Dalí o Buñuel.
Una apuesta en la que tampoco se han escatimado recursos. Aparte de los 3.000 metros cuadrados de decorados, tres platós y un gran despliegue de efectos visuales con los que cuenta esta serie, su vestuario y personajes son lo más sobresaliente de la serie.
Tres protagonistas interpretados por Rodolfo Sancho, Nacho Fresneda y Aura Garrido son quienes lleva el peso específico de la historia. No obstante, secundarios de lujo como Cayetana Guillén Cuervo, Jaime Blanch, Juan Gea y Francesca Piñón completan un espectacular reparto.
El polifacético Nacho Fresneda encarna a Alonso de Entrerríos, un soldado de los Tercios de Flandes del siglo XVI. Es un hombre castellano, poco comunicativo y chapado a la antigua. Odia tener de jefa a una mujer. A su favor diremos que es un patriota, un hombre de honor, un experto tirador y un buen soldado que daría su vida por la causa.
Aura Garrido es Amelia Folch, una mujer de familia burguesa acomodada de finales del siglo XIX. Es una chica muy avanzada por su época; de hecho fue una de las primeras féminas que entraron en la Universidad de Barcelona.
Mientras que Rodolfo Sancho que ya nos robó el corazón en series como Al salir de clase o Isabel hace las veces de Julián Martínez, un enfermero del SAMUR de nuestra era. Un hombre entristecido por la reciente muerte de su esposa. Es un valiente que intenta siempre salvar a los demás.
Curioso trío de agentes que, sin embargo, irá ganando en confianza según pasen los capítulos, hasta conformar un equipo fiable y capaz de tomar sus propias decisiones. Y es que, por mucho que tengan jefes y órdenes estrictas, todos ellos tienen un pasado y, claro, con la posibilidad de interactuar con él, a quien no le picaría la curiosidad. Es otra de las atracciones de esta serie, el deber moral de no tocar el pasado y si debe anteponerse a los dramas personales y su posible prevención.
Si a todo ello le sumamos duelos dialécticos que medirán los versos de Lope de Vega con los de Rosendo Mercado; advertencias a los nazis de que un tal Luis Aragonés les someterá (futbolísticamente hablando) en un futuro; o pintores ilustres, encargados de los retratos robor del Ministerio, la serie lo tiene todo para triunfar. Como así ha hecho entre público y crítica.
Fotos: TVE