Tenía 18 años cuando su cuerpo se precipitó al vacío desde la terraza de su domicilio madrileño, en el número 3 de la calle Álvarez de Baena, a espaldas del Paseo de la Castellana. Sucedió un 24 de agosto de 1977. De madrugada. Sandra Mozarowsky cayó desde un cuarto piso. Agonizó en el hospital Francisco Franco hasta que se produjo su fallecimiento el 11 de septiembre.
La leyenda, sumergida en las catacumbas de un Madrid crápula que todavía bailaba en Pasapoga, se hizo relato de un crimen. ¿Cayó Sandra Mazarowsky o la arrojaron desde su apartamento? Se habló de asesinato aunque los médicos que atendieron a la actriz afirmaron categóricamente que se había tratado de un mareo mientras regaba las plantas. En ese caso, ¿de dónde surgían las dudas? ¿Por qué tantas sospechas? Se ha publicado insistentemente que Sandra Mazarowsky fue “amiga entrañable” de Juan Carlos I en el tiempo previo a su fallecimiento. Y que podría haberse suicidado. Y que tomaba pastillas para adelgazar de esas que se recetaban en los años 70 y que, en su mayoría, contenían anfetamina y, por tanto, provocaban efectos incontrolables en quienes las consumían.
Todo ese material narrativo formará parte de La última noche de Sandra M, una película que pretende sumergirse en aquel misterio y que dirige Borja de la Vega.
Ya en su momento, con las precauciones propias de una prensa que vivía todavía bajo vigilancia, se vertieron ríos de tinta sobre la muerte de Sandra Mazarowsky.
Lo único cierto es que así de abruptamente, con una caída desde las alturas, concluía una meteórica carrera que había convertido a Sandra Mozarowsky (quien ni siquiera había cumplido los 21 años que, por entonces, daban acceso a la mayoría de edad) en una incipiente estrella del cine del destape, equívoco subgénero que la Transición quiso hacer pasar por ejercicio de libertad.
Sandra Mozarowsky fue una chica de familia bien (su padre era diplomático de origen ruso) seducida por el brillo de las candilejas. La culpa la tuvo una vecina que la llevó, cuando era una niña de 10 años, a un casting. Así hizo su primer papel. Fue en El otro árbol de Gernica de Pedro Lazaga. Después, apenas siendo una adolescente, luciría su impactante belleza juvenil en películas como Lo verde empieza en los Pirineos, Manolo Lanuit, Cuando el cuerno suena, La noche de las gaviotas, Sensualidad, El colegio de la muerte, Hasta que el matrimonio nos separe… Siempre presta a exhibir su anatomía semidesnuda “por exigencias del guión”. Pero la fama esta ahí y, de hecho, esas películas (deplorables en su mayoría) le valieron ser entrevistada por el mismísimo José María Íñigo. Tenía 17 años.
También salió en un capítulo de Curro Jiménez y José Sancho aseguró a las revistas, una vez falleció Sandra Mazarowsky, que él había sido su más “asiduo acompañante”. ¿A qué se refería?
Noches de blanco satén
Todavía sonaba en las boîtes de aquel Madrid de los 70 el mayor éxito que incluyeron The Moody Blues en su magistral Days of future passed. Días del futuro pasado contenía en su interior Noches de blanco satén, esa imperecedera balada clásica con algo de lisérgico. Tal vez fuera banda sonora de algunas madrugadas para Sandra Mozarowsky. Se ha especulado con que la actriz frecuentaba (¿o trabajaba en?) un local de alterne que había en la calle Oriente de Madrid y que pertenecía a Paco Martínez Soria.
¿Verdad o leyenda? ¿Rumorología o realidad? No hay nada incontestable en la historia de Sandra Mozarowsky. Sólo que nació en Tanger en 1958, que estudió en el Liceo Anglo-Español y luego en el Colegio Sagrado Corazón de Madrid. Que hizo comedias y cine de terror aunque también rodó Beatriz, adaptación de una obra de Valle-Inclán dirigida por Gonzalo Suárez.
El futuro podía haber sido de otro modo para Sandra Mazarowsky. ¿Estaba embarazada? ¿Por eso la mataron? ¿Debido a eso se suicidó? Tantas preguntas quizá porque resulta absolutamente inconcebible que accidentalmente termine la vida de una persona tan joven y hermosa. Pero ¿y si fue así? Sencillamente. Regaba las plantas, tuvo un desvanecimiento y acabó tendida en el suelo, cuatro pisos más abajo.
Nadie lo sabrá nunca a ciencia cierta. Clara Usón ha escrito recientemente El asesino tímido, una aproximación literaria a la muerte de Sandra Mozarowsky. Todo es leyenda y Sandra Mazarwosky, a su modo, resulta una víctima de la Transición. Una mujer que tuvo que aceptar las reglas que aquellos días de imponía a quienes pretendían brillar como estrellas en las películas, en la televisión, en el show bussiness patrio.
O quizás no. Tal vez nos equivoquemos y Sandra Mozarowsky vivió como quiso y un absurdo accidente truncó su existencia y no hay más que escribir. Sólo recordar su exultante juventud, su sonrisa feliz en algunas fotografías, su voz casi de niña entrevistada por José María Íñigo.
DANIEL SERRANO
ADEMÁS: Aquellos iconos del cine del destape
Fotos: Gtres
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