Nos sentamos y charlamos con Alberto de Luna. ¿Quién es él? ¿Un crítico gastronómico? ¿Un foodie? ¿O simplemente un abogado que disfruta de los placeres culinarios en sus ratos libres?
Va a restaurantes, paga la cuenta de su propio bolsillo y escribe sobre lo que le han parecido. También tiene un sistema de calificación con lunas y muchos son los que ansían que les conceda las 10 lunas (pero pocos son los escogidos). Y así, con su web Dime un restaurante y su actividad en redes sociales se ha convertido en lo que algunos llaman el gastrónomo sincero, entre otras cosas que se dicen de él (unas buenas y otras menos buenas).
Tiene más de 25.000 seguidores en Instagram y pese a que la gastronomía es algo subjetivo, son muchos y muchas los que recurren a su perfil cuando buscan darse un buen homenaje.
Conozcamos al influyente y controvertido juez y jurado de restaurantes diversos.
Lo primero de todo: ¿Quién eres? ¿Eres foodie, crítico gastronómico o nada de lo anterior?
Nada de lo anterior. Yo soy abogado y esto es un hobby. Hace mucho tiempo empecé a escribir opiniones sobre restaurantes y a la gente le gustó. No me considero ni influencer ni crítico gastronómico. Esas etiquetas las puede poner la gente porque ven que puedes tener una repercusión. Pero yo seguiría haciendo lo mismo tuviera un seguidor o mil.
Cuando yo buscaba restaurantes no había opiniones fiables para saber dónde ir. Hay ciertos perfiles que siempre te hablan bien de todos los restaurantes, nunca se atreven a criticarlos, todo les parece maravilloso sea el sitio que sea. Yo empecé a escribir en 11870 , que era como el TripAdvisor español. En conclusión, esas palabras de foodie, gastrónomo y todo eso no me molan nada.
¿Cómo empezó todo?
Desde pequeño mis padres siempre me llevaron a muchos restaurantes. Y además me portaba bien. Muchas veces vemos a niños en restaurantes y son unas fieras que están por ahí danzando. A mi me gustaba lo que comía y ya con doce o trece años ya buscaba ir a restaurantes. Mis padres viven entre Logroño y Santander y me llevaban a los mejores restaurantes de esa zona, yo siempre quería repetir.
Ya más tarde, en la universidad, fue cuando empecé a escribir en 11870. Te estoy hablando del año 2000, cuando no había ni por asomo las facilidades y redes sociales que hay ahora. A raíz de ahí, de contar mis opiniones y con cierto humor, con un lenguaje que fuera ameno para la gente. Porque las críticas gastronómicas me parecen soporíferas, me aburren. Además yo he escrito siempre con mi nombre, con mi perfil, hay mucha gente que escribe detrás de un avatar, y desde el anonimato todo es mucho más fácil. Opino que hay que dar la cara y enseñar tu trayectoria para dar credibilidad.
También hay que tener en cuenta que yo siempre voy a comer con gente, entonces pido opiniones y aprendo situandome en distintos perfiles, preguntando si compensa la relación placer-precio. Empecé a tener repercusión. El ver que interesaba a la gente y que era útil fue lo que me animó a crear mi propia web y más tarde lanzarme a Instagram. Es mucho tiempo lo que me lleva. Yo soy abogado, y hacer esto por amor al arte requiere de mucha dedicación.
¿Y Twitter?
Lo uso poco, no me gusta, sinceramente me parece una mierda. Hay gente muy rara, sobre todo en el mundo gastronómico. Yo he recibido muchísimos ataques. Incluso cuando lancé las pegatinas de las lunas con la puntuación, llegaban críticas de gente de la Academia de Gastronomía de Madrid, cuando creo que lo normal sería recibir apoyo por hacer una labor que ayuda a la gente. Me parece que hay gente muy rara y con mucha envidia dentro.
Ahora que las mencionas. Para quien no te conozca, ¿qué son las lunas?
Yo me llamo Alberto de Luna. Y cuando escribía en 11870 sólo había una puntuación del 1 al 5 y era por estrellas. En el mundo gastronómico estaban las estrellas Michelín y los soles Repsol, entonces aprovechándome de mi apellido pensé en puntuar por lunas del 1 al 10.
¿Cómo contactas con el restaurante y, lo más dificil, sus jefes confían en ti para aceptar tu pegatina en su puerta?
Algunos lo ven como que es algo que lo quiero hacer por mi ego, y es todo lo contrario. Yo ya he tenido una repercusión por las redes. Muchos cocineros de restaurantes a los que he ido asiduamente, con los que ya he forjado una amistad (igual que te puede pasar en un bar debajo de tu casa o en una tienda), fueron los que me propusieron la idea de las pegatinas. Sobre todo los restaurantes que tenían una puntuación alta, evidentemente. Cuando te lo repite gente de ese mundillo, mis amigos, mi novia… me pareció una gran idea. El primer restaurante con mi pegatina fue La Tasquita de Enfrente, uno de mis preferidos. Eso tuvo muchísima repercusión porque Juanjo es un cocinero muy reconocido, igual que su restaurante. De repente, muchos cocineros contactaron conmigo porque querían la pegatina.
¿Te has visto alguna vez condicionado para dar la puntuación?
Nunca he dado una puntuación en la que no creyese firmemente. Pero sí existe cierta presión tanto como para colocarla como para subir la puntuación.
Lo que seguramente más se preguntan los usuarios: ¿vas de invitado?
Una de las cosas por las que me sigue mucha gente es porque yo siempre publico la cuenta. No acepto invitaciones. Si en un restaurante me invitan, lo digo. Yo podría ir prácticamente a todos los restaurantes gratis, recibo muchísimas solicitudes, pero no puedo hacer eso porque si no pagas la crítica se desvirtua mucho. Si cuando te llega la cuenta ves que no tienes que pagarla seguro que todo te sabe más rico. Al final todo esto es un gasto brutal pero me debo a los seguidores.
¿Se puede ser objetivo cuando te invitan a comer?
No, no lo creo. Salvo invitaciones muy concretas. Yo voy alrededor de unos 150 restaurantes al año, habré aceptado cinco invitaciones, un porcentaje muy pequeño. Siempre y cuando cuente que he sido invitado no creo que haya problema. El lector también es suficientemente inteligente para ver que cuando he sido invitado y he dado una puntuación de 9, igual sin ser invitado hubiera sido un 8 y medio. Los más conocidos como “conelmorrofino” o “quenomeladenconqueso”, por lo que me han dicho en algunos restaurantes, van gratis, con cámaras profesionales. Tu entras en sus perfiles y todo es maravilloso sea el restaurante que sea.
A mi me han llamado restaurantes para invitarme y cuando les he dicho que mi condición era contar después en mi reseña que me habían invitado (fuera la crítica buena o mala), la mayoría me dicen que no aceptan. Te das cuenta de toda la mentira que hay de fondo. A cambio de un buen artículo te invitan a comer.
Hay críticas en las que se te tacha de machista. ¿A qué crees que se debe?
Me baso en lo que me dicen mis seguidores cuando contactan conmigo. Por regla general, las mujeres me preguntan por un sitio bien decorado y los hombres por uno de chuletas. En eso no estoy diciendo que las mujeres no sepan diferenciar dónde se puede comer bien, pero el público femenino en el tema decoración, lo suele apreciar más. En general, no es una regla universal.
¿Alguien que haya contactado contigo que te haya llamado la atención?
No puedo decir a muchos por temas de confidencialidad. Que pueda decir públicos: Juanma Castaño, el presentador de deportes de Movistar, el actor Miguel Ángel Muñoz, Nuria Roca también me ha escrito…Incluso propios cocineros. Dabiz Muñoz me preguntó dónde ir a comerse una buena chuleta y le recomendé La Taberna de Elia (Pozuelo).
¿Qué opinas de los criterios de la guía Michelín?
En España nadie lo sabe. Yo he ido a muchos restaurantes del mundo y me parece que en España son mucho más estrictos que lo que te puedes encontrar en el extranjero. En el extranjero la estrella Michelín te la regalan. He estado en sitios con estrellas en Hong Kong y los chinos entran al restaurante con un zumo del Starbucks. Son sitios casi de comida rápida que aquí no tendrían repercusión. No obstante, en sitios como París o Londres son más benévolos en el criterio con respecto al que se sigue en España, que no tengo ni idea cuál es, pero la guía está cada vez más desprestigiada en España. El público normal no entiende. Por ejemplo se le ha dado a La Tasquería, donde se come muy bien, pero no a La Tasquita de Enfrente, que en sala y producto le da mil vueltas.
¿Qué es por tanto la guía para tí?
Para mi, en general, la guía Michelín es sinónimo de precios altos. Está más destinada a público extranjero. Me consta que el extranjero cuando viene a España va directo la estrella Michelín. El publico español se lo piensa y se informa más.
Cambiando de tema. ¿Qué te sugiere la moda creciente del producto ecológico y orgánico?
Lo respeto, debe haber concepto para todo tipo de público, pero no es un tipo de restaurante que me guste.
¿Sabes cocinar?
No. Nunca. Entre semana decido cuidarme, como ensaladas y cosas muy ligeras.
¿Qué ofrecerías como menú para invitar a tu casa?
Marisco siempre. Encargaría a Pescaderias Coruñesas o a Casa Rafa. Yo no cocinaría. Abro latas ricas, buen jamón, un foie y una cena de picoteo. Con mucho champán.
Además otra cosa que no me gusta nada es ir a casas ajenas a cenar. No me fio. Para mí, comer es un placer. Yo no sé cuando voy a casa de alguien, salvo que lo conozca muy bien, si voy a comer o beber mal. Prefiero no ir. Ir a casa de amigos con cenas infames me amarga muchísimo.
¿Cuáles son los restaurantes madrileños por los que más te preguntan?
Diverxo y La Tasquita de Enfrente. Pero cuidado, hay que pagar un precio para disfrutar de la experiencia. Le doy mucha importancia a la relación calidad precio. Por ejemplo el grupo de Paco Quirós (Cañadío, La Primera, La Bien Aparecida) son excelentes en calidad precio.
Dani García va a cerrar su restaurante marbellí después de recibir la tercera estrella Michelín. ¿Qué opinas al respecto?
Nada que decir. Fui a su restaurante en el hotel Don Pepe de Marbella, no me gustó. Bibo en Madrid me agradó más aunque es un sitio complicado para pedir. Es el tipo de restaurante que yo critico mucho; si no vas en un grupo grande resulta dificil pedir, son raciones enormes, con dos platos estás lleno, pagas mucho y acabas sin poder probar diversos productos.
Ya lo decía Ferran Adrià, mantener un restaurante es muchísimo dinero y muy dificil que salga rentable. Dani García ya tiene renombre.
Percibimos cierto odio hacia los restaurantes de moda y “postureo” del momento, a esos que van las influencers, ¿no?
No, para nada odio. Solo doy mi opinión y a veces se ofenden. Son sitios chulos, con ambiente pero que se come flojo. No hay que confundir bonito y ambientado con comer bien. Si quieres ambiente vete a Marieta pero no vayas esperando comer bien. Cuando se pretende abarcar todo y dar de comer a 300 personas para mi es imposible.
¿Cuál es el mejor restaurante que has estado nunca?
Diverxo. He ido 25 veces. También me encantan Etxebarri en País Vasco o La Tasquita de Enfrente como he dicho antes. También el japonés Umiko.
¿Y el peor?
No suelo comer mal. Pero valoro mucho el precio. Me parece fundamental la relación placer precio. Cada vez es más dificil comer mal en restaurantes de nivel, ya es practicamente imposible, con las redes sociales se arriesgan a que se sepa todo. Por ejemplo, en Santceloni, otro que tiene estrella, no se come mal pero para mi no compensa en el precio.
Para terminar. Muchos consultan opinión gastronómica en TripAdvisor, ¿te parece fiable?
No. Yo creo que sólo se fia el extranjero. Yo me pregunto quiénes son, si tiene sentido fiarte de una critica de alguien que no conoces. Por eso escribo con mi nombre para que en base a mi trayectoria decidas si te fías de mi o no. Es la mayor basura del mundo. Me consta que hay perfiles que pagan para que escribas bien en TripAdvisor. Gastronómicamente debería estar prohibido.
Alberto de Luna se casará el próximo enero de 2019, por lo que para nuevo año publicará “Manual de una boda”, donde expone las dificultades y los abusos que supone casarte en Madrid.
MARINA CARTAGENA
ADEMÁS: Los 10 ingredientes de moda en 2018
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